martes, 9 de agosto de 2016

He decidido que el día del plebiscito no me voy a levantar.


Porque no acepto que la voluntad de diez representantes de nadie, modifiquen la Constitución que fue creada con dificultad, con participación de diversos actores políticos y sociales y que ha tenido tiempo de ser probada y hasta cuestionada en diferentes escenarios.  Es suficiente con que nuestros presidentes acomoden la Carta Magna a sus intereses políticos, e introduzcan alteraciones sustanciales al equilibrio de poderes, con que entreguemos la justicia a países extranjeros, con que el marco constitucional sirva para ampliar la desigualdad e impedir el desarrollo económico, limite las posibilidades y la iniciativa de los ciudadanos, con que los avances en la participación sean estrangulados por políticos y juristas, cuyo único interés es maximizar la utilidad y la cuota de poder burocrático, con que la salud y la educación de un pueblo estén en manos de mercaderes, que no están interesados en mejorar la calidad de vida de los sectores populares.

Porque ni el Gobierno Nacional, ni los negociadores de La Habana, ni la oposición radical al proceso de paz representan el pensamiento de quienes día a día construyen y defienden este país.  No existe por parte de estos actores del escenario político ninguna intención de superar las graves restricciones que existen para la democracia y la justicia en Colombia.  Más allá de proteger sus intereses y ocultar sus responsabilidad en la promoción de las peores enfermedades de la sociedad colombiana, los firmantes de los acuerdos, tanto como sus detractores, se limitan a posicionarse para una nueva repartición de poder que en nada va a beneficiar a la ciudadanía.  Las enfermedades que ellos han contribuido a extender por el país no son otras que la violencia generalizada, la evasión de responsabilidades, la falta de solidaridad y  de misericordia, el individualismo, la indiferencia y la falta respeto de los valores que esta tierra había construido, como el amor por la tierra, por los lazos familiares, por la decencia en el trato personal y muchos otros que ya ni reconoceríamos como propios, pues la falta de su práctica los ha convertido en elementos en desuso.

Porque ni las prácticas política del Gobierno, los negociadores ni las de la oposición me ilusionan con un futuro mejor.   Con cualquiera de ellos la corrupción seguirá arrebatando los recursos para la construcción de un país mejor, los poderosos se seguirán repartiendo el presupuesto y los puestos de dirección del Estado, la justicia seguirá maniatada, cercenada y parcial, las oportunidades seguirán pasando al lado, sin que la inteligencia y la recursividad  de los trabajadores puedan aprovecharlas, pues el Estado en lugar de incentivar la iniciativa la coarta, la entraba y la frustra.

Porque la paz no se puede construir a partir de unas declaraciones pretensiosas, sino con un trabajo permanente y disciplinado que cambie la orientación de la política, la economía y el espíritu de solidaridad.  Aún falta mucho para que los colombianos nos respetemos como ciudadanos, el trato que le damos a nuestros opositores e inclusive a nuestros familiares no permite ser optimista en el cambio de las costumbres arraigadas desde finales de los ochenta.  La cultura del más vivo, del oportunista, del engaño, de la mentira siguen siendo cotidianas en nuestra vida ciudadana, y las autoridades aprovechan este enfoque para apuntalarse en sus centros de poder.  Nada nos hace pensar que el callar de los disparos y las explosiones mejore nuestras relaciones como sociedad y conglomerado humano.  Tampoco habrá recursos financieros ni humanos para el cambio, pues la crisis del país y las orientaciones de la política internacional no ofrecen un horizonte despejado.

Definitivamente, ese día mejor me voy a dedicar a soñar con un mundo mejor.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Lo que nos enseñaron Carlos Castaño y Raúl Reyes


Por Héctor A. Otero

El proceso de transformación de los valores, en la sociedad colombiana tuvo dos componentes importantes, por un lado unos cambios en la subjetividad social, propiciados por alteraciones radicales en el enfoque que se daba al papel del Estado a nivel global, y por otro, unas condiciones objetivas favorables a la transformación de la actividad de los jóvenes y a la incorporación de los adultos a la vida social y de trabajo en todos sus aspectos: económico, social, educativo, ambiental y cultural.

En efecto, mientras avanzaban las ideas que consideraban al Estado como un obstáculo para el desarrollo a nivel mundial, el individualismo como forma de vida y el utilitarismo se convertían en guías de adaptación y camisas de fuerza para el acceso a ingresos decorosos.  Las condiciones para que los organismos financieros internacionales desembolsaran recursos para financiar la actividad del de los gobierno nacionales, eran que se redujera la extensión del Estado, eliminando empleo público, reduciendo las actividades de apoyo social, suprimiendo instituciones, acabando con subsidios y liquidando las regulaciones sobre la banca y el comercio internacional. Una campaña de desprestigio a las organizaciones populares hizo mella en la capacidad de sindicatos, asociaciones de usuarios campesinos, organizaciones sociales, estudiantiles y todo tipo de estructuras políticas, que se opusieran al proceso de limitaciones a la participación popular y la eliminación de derechos laborales.

Mientras el Estado se reducía, las empresas arrancaban a trabajar en la misma dirección, licenciamiento de trabajadores, contrataciones temporales, reducción de las nóminas, etc. Para el trabajador o estudiante recién egresado resultaba difícil encontrar trabajo, y si lo conseguía, era por periodos breves y en condiciones precarias en materia de prestaciones sociales.  La guerra que se desarrollaba principalmente en las zonas rurales apartadas, se fue extendiendo, y esa misma expansión llevó a empresarios rurales, ganaderos, corporaciones internacionales y militares a buscar nuevas formas de combatir la guerrilla.  El narcotráfico empezaba a dejar enormes ganancias a una nueva clase empresarial que se sentía también amenazada por las fuerzas irregulares.  La respuesta fue lentamente ganando adeptos, crear una contraguerrilla igual o más poderosa que la existente, que pudiera replicar las formas de combate de los subversivos y no someterse a vigilancia ni nacional ni extranjera.

Para construir esos ejércitos, era necesario capturar la atención de los jóvenes, a través del dinero, de las armas, del poder político, de la influencia regional, de la capacidad de destruir enemigos y de dejar atrás barreras morales, que no les permitían actuar a sus anchas.  En el proceso de consolidar estos dos ejércitos, sin control ni límites, se familiarizó a los jóvenes con las armas, con la posibilidad de hacer justicia con las propias manos, con destruir al que pensaba diferente.  Mientras la guerra acababa con las vidas de muchos jóvenes, que se atrevían a pensar por su cuenta, muchos otros aprendieron a manejar explosivos, armas de grueso calibre y técnicas de combate, que permitían atemorizar no solo al oponente, sino también a toda la población.  Las bombas colocadas en lugares públicos llevaron a que hasta la rumba se viera afectada, por las amenazas de los ejércitos irregulares.

Las estructuras familiares se fueron modificando y los núcleos domésticos explotaron, dejando a muchas mujeres al frente de hogares, que no estaban maduros para estos cambios.  Los adolecentes debieron salir a buscar empleo, para colaborar en el mantenimiento de los hogares.  Las responsabilidades se dispersaban, y para muchos las opciones de vincularse a grupos armados o combos delictivos no dejaban de ser posibilidades, que además resultaba bien pagadas, si bien representaban asumir riesgos muy altos.  El trabajo de los grupos armados fue propicio, en esas condiciones generales, para introducir principios de profundo individualismo y egoísmo, en los que se dejaban a un lado los lazos familiares y de amistad, para unirse a potentes organizaciones con mucho dinero y que reforzaban los comportamiento de luchar solos por su vida, no temerle a nada, no estar aferrados a obsoletos conceptos regionales, sociales o de gremio, y exponer sus vidas por vagos idearios revanchistas y de empoderamiento en la guerra, el armamentismo y en las ganancias rápidas.  El narcotráfico, la trata de personas, el secuestro, las desapariciones de oponentes, el asesinato por encargo, el chantaje y las vacunas, fueron todas actividades que se pusieron a la orden del día.  Mientras tanto el umbral de la resistencia de las familias a aceptar estas actividades de sus hijos bajaba, así como crecían las necesidades y el hambre.

La tarea de cambiar los idearios juveniles comunitarios, por bien remunerados cambios en la orientación de sus vidas, solo requería de una cosa: dinero. Por ello, no hubo reticencias a la posibilidad de practicar actividades como la vigilancia de cultivos ilícitos, el cobro de impuestos a laboratorios y comerciantes de drogas ilícitas, el secuestro, las amenazas a la vida, las vacunas y otras formas de conseguir ganancias que permitieran a los miembros de estas organizaciones armarse, contar con una logística apropiada e imponer sus leyes en vastas regiones del territorio nacional.

La palabra, que para los abuelos de estos muchachos era sagrada, se volvió tan solo un medio para relativizar la vida, y los sagaces dirigentes nos hicieron comprender, que no era lo mismo secuestro que retenciones, que las vacunas no debían confundirse con las contribuciones, que los asesinatos y masacres no eran otra cosa que ejecuciones….y así, los semiólogos Castaño y Reyes, nos hicieron entender, que la guerra no solo era legítima, sino que traía beneficios, que no se podían valorar si seguíamos pensando como nuestros abuelos.  La cultural del más vivo, del engaño, del dinero fácil, de arrimarse al palo que de mejor sombra, se impuso.  La violencia se extendió no solo a la guerra, sino también a la vida familiar y a la relaciones entre vecinos.  El dinero era rey y los dueños del gran dinero, los corruptos que se roban el patrimonio nacional, las mafias de los negocios ilícitos, los políticos que se reparten el presupuesto y los ideólogos de la oscuridad se reían y se felicitaban.  La Colombia del cambio de siglo estaba conformada.

viernes, 19 de febrero de 2016

Nos equivocamos


Por Héctor Otero

¿Por qué no decirlo? Si, quienes creímos que la vía armada no era el camino para transformar la sociedad, nos equivocamos de cabo a rabo.  No solo no pudimos cambiar nada, sino que las figuras que habrían podido aportar al cambio están o muertas o absorbidas por el sistema.  Mientras tanto, los que se aferraron a las armas y a “la combinación de formas de lucha” hoy están a punto de obtener indultos, después de haber pasado un periodo inolvidable en La Habana, de poder participar con privilegios en la política y burlarse de sus detractores, de recibir beneficios para trasladarse por todo el país en medios que no están ni siquiera a disposición de los ricos, de hacer borrón de su historial de asesinos y secuestradores a cuenta de que esos eran delitos conexos con la rebelión.

La izquierda es hoy blanco de las burlas de periodistas y políticos de derecha, para no hablar de los Procuradores y Defensores del Pueblo, por no haber sabido aprovechar las oportunidades que la política le dio.  Después de tener una tercera parte de la Constituyente del 91, pasamos a entregarle la cabeza de la oposición a una burócrata profesional, que ha sabido acercarse tanto a los Pastranas como a los Samperes y a los Uribes.  Mientras tanto los valientes ejércitos armados del pueblo, secuestran niños para hacerles lavado cerebral y mentirles acerca de la capacidad que tienen las armas para hacer justicia por mano propia, para abusar en todos los aspectos de los jóvenes al colocarlos como carne de cañón y material desechable, para convertirlos en sicarios y especialistas en destrucción.  Pero no solo eso, también para familiarizar a estos muchachos con cárceles y cadenas, que denigran del ser humano y obligarlos a convertirse en carceleros, que ante una huida o un ataque, tienen que ser capaces de asesinar a sangre fría.  Para convertir enormes áreas de cultivo en cementerios de minas personales, en los que se pone en riesgo la vida de miles de campesinos y soldados jóvenes o se los convierte en lisiados, llenos de dolor y rencor.

Esos dirigentes de la guerrilla, hoy pretenden que la ciudadanía olvide a los dirigentes regionales asesinados a sangre fría, a las víctimas inocente que con sus explosivos cayeron y están hoy muertas o inválidas producto de una guerra en la que las pérdidas colaterales éramos nosotros, miembros de familias humildes y gente trabajadora, a los campesinos y pequeños agricultores que debieron abandonar sus parcelas debido a que el conflicto cada vez que pasaba por su predios les amenazaba de una forma diferente, a los dirigentes políticos locales asesinados por unos u otros en un conflicto en el que los que no estaban armados no podían opinar.

Si, nos equivocamos, ese era el precio que era necesario pagar para conseguir una sociedad más justa.  Una en la que los asesinos no paguen por sus culpas, los secuestradores no vayan a la cárcel, los narcotraficantes no reconozcan el enorme mal que le han hecho a los jóvenes al convertirlos en sicarios, secuestradores y abusadores.  Una en la que los jóvenes sigan el ejemplo de los dirigentes que hoy tienen privilegios en hoteles y centro de convenciones de La Habana, pero también para desplazarse a gusto por el país demostrando como su decisión de defender las armas se justificó.  Un joven con un arma al hombro termina por ser, un activista político más convincente, que un joven preocupado por la inequidad de la sociedad o los bajos salarios de los trabajadores del país.

Nos ganaron, y es necesario reconocerlo en estos momentos en que el país entra en un periodo crítico, cuando los precios de las principales exportaciones del país han caído, cuando el ahorro que había realizado el país en forma de inversiones de largo plazo, son elefantes blancos que poco pueden aportar al desarrollo económico, al empleo y a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos colombianos.  Después de haber acabado con la política agraria e industrial y haber abandonado el sector productivo por casi treinta años, ahora nos encontramos ante una reducción de los ingresos nacionales, mientras dependemos cada vez mas de los proveedores extranjeros para nuestra alimentación y la satisfacción de necesidades básicas.

Y mientras tanto, la corrupción sigue galopante, se roban o les regalan, a cambio de migajas, las inversiones que el país ha realizado por largos periodos, y de las cuales dependemos para el suministro de servicios básicos (Ecopetrol, Isagén, la banca, las empresas prestadoras de servicios de salud, etc.); se roban hasta la comida de los niños, los medicamentos de las entidades prestadoras de servicios de salud, convierten a los centros educativos en empresas de venta de títulos al por mayor, a los deportistas los tranzan en mercados, que ellos no entienden cómo funcionan, y que sirven para el enriquecimiento ilícito de los dirigentes deportivos nacionales y extranjeros.

Estos temas no son relevante para los negociadores de La Habana, sus preocupaciones apuntan a la impunidad y el desconocimiento de las realidades de una guerra en la que las principales víctimas no fueron los actores armados, sino los habitantes de las zonas afectadas por el conflicto, en especial los más jóvenes, y en las que los umbrales de la moral, del respeto, de la justicia, del trabajo digno fueron modificados y afectaron las visiones del mundo de los muchachos en formación.  Se impuso la filosofía del más vivo, del más agresivo, del mejor armado, del matoneo, del arrebato, del más rico……

Bueno, eso nos ha quedado, y ahora, después de nuestra derrota, encontramos que nuestra ética, nuestro respeto, nuestro enfoque político, nuestras metas, nuestros sueños……. ya no tienen validez.  Ahora si toco reeducarnos.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Una educación superficial y fugaz para el consumo

Por Héctor Alfonso Otero
El papel de la educación en una sociedad del consumo es bien diferente al que tuvo esta actividad durante la industrialización.  En el período en que se desarrollaron las grandes factorías se requirió un gran esfuerzo de educación masiva en temas como alfabetización y matemáticas básicas.  Los operarios debían ser capaces de poner en ejecución labores simples y repetitivas, que debían coordinarse y organizarse con instrucciones claras y específicas.  Para ello era necesario que el trabajador pudiera leer y escribir. También debía conocer y desenvolverse con magnitudes y conteo de operaciones, por ello la sociedad diseño sistemas educativos que garantizaban que numerosos individuos fueran capacitados, y se les dotó con una base de conocimientos similar a todos, de forma que sus trabajos pudieran ser integrados, recibieran retroalimentación y de esa manera coordinar sus actividades y , por último que su trabajo pudiera ser evaluado y de asi poder conocer la  eficiencia con que se desempeñaban los trabajadores durante todo el proceso.  Al cumplir esta condiciones  el administrador de los negocios lograba que el trabajo se reflejara en sinergias, y que tuviera efectos acumulativos, que le permitieran apropiarse el valor generado en cada etapa del proceso.
Con la desaparición de las líneas de producción, que involucraba individuos a cargo de las diferentes etapas del proceso, esta necesidad de formación masiva ha perdido importancia y, por la misma razón, la educación como elemento para la vinculación de mano de obra a los procesos productivos ha dejado de ser relevante.  Desde este punto de vista una sociedad moderna no debería estar tan preocupada por formar cuadros para la producción, sino para el consumo, como los señala Zygmunt Bauman.  Los procesos de automatización y robotización han permitido reducir las necesidades de mano de obra asociada a los procesos, y por lo mismo, se genera mucho menos empleo en la producción, y más en los servicios.
Pero las  demandas de trabajo en el sector servicios, en un periodo en el que la vida útil de los productos se ha vuelto tan corta, requieren un tipo de capacitación diferente, que no está relacionada con el conocimiento de bases técnicas, ni de adaptación a los procesos, sino mas bien con la operación de sistemas y el manejo de interfases entre diferentes procesos automatizados.   Cada vez se necesitan más operarios que instruyan al cliente acerca de cómo operar los productos, que trabajadores que construyan esos mismos equipos.  Ilustrar esto será fácil con solo entrar a cualquier centro de servicios de telefonía móvil, son muchos más quienes atienden a usuarios resolviendo dudas acerca del manejo de sus equipos o promoviendo las ventas o administrando  los inventarios, que quienes trabajan en las producción de los equipos o el diseño de la infraestructura operativa de los sistemas.
El conocimiento de estos trabajadores es tan fugaz como los productos que promueven, a medida que los modelos o las tecnologías evolucionan, es necesario aprender los nuevos sistemas, y esta tarea solo la pueden realizar las propias empresas que han introducido las innovaciones.  En este sentido la educación también tiene el mismo carácter pasajero que los productos.  Los puestos de trabajo son también ocupaciones temporales, en las que los trabajadores no permanecen mucho  tiempo.  Gracias a que existe una inmensa masa de jóvenes dispuestos a trabajar por un salario muy bajo, las empresas no tienen dificultad en reemplazar con frecuencia a quienes empiezan a acumular carga laboral y a ser un pasivo para la empresa.
En este sentido la educación pública y todo el sistema de estímulos alrededor de la educación se torna innecesario desde el punto de vista del empresario. Se considera indispensable la educación básica, que acondiciona al individuo al consumo: la educación básica sigue siendo importante, por cuanto, una precondición del consumidor,  es la necesaria para tener capacidad para entender las instrucciones de los aparatos que va a operar, sin necesidad de entender muy bien cómo funcionan.  Lo importante es lograr el objetivo, generar mayores necesidades en el consumidor.
Hoy pocos comprenden cómo funciona un computador o un teléfono celular, pero todos los utilizan.  Los usuarios logran comunicarse con distantes rincones, pero no saben bien cómo llega la señal hasta esos confines.  El computador es solo una máquina capaz de hacer muchas operaciones repetidas una y otra vez, el celular se sirve de una red de repetidoras que cubren el área de comunicaciones y los juegos de video son remixs de trucos cibernéticos con formas diversas.  Por ello la esencia de la modernidad es la repetición, y en especial la repetición de la compra, mientras tengamos una mínima educación y contemos con una fuente de ingresos podemos ser consumidores, y para estar activos debemos estar “al día”, saber cuál es el último juego, el modelo más reciente de celular, el computador más rápido, de manera que podamos cada vez recibir más ofertas, de cosas que el mercado nos indica que debemos comprar, independiente de las necesidades reales de cada quién.  Es tan importante tener el último celular con alta resolución de las imágenes, para el portero del edificio como para el dueño del casino.
Fue necesario durante mucho tiempo tener buena memoria para poder resolver muchos asuntos, sin embargo hoy no necesitamos almacenar tanto en nuestro cerebro, pues con solo consultar en la red podemos encontrar el remedio, la receta o la respuesta para cualquier inquietud.  Por lo tanto esa educación, que obligaba a conocer al detalle el cuerpo humano con todas sus interrelaciones para poder ejercer como médico, ya no es tan importante, tampoco es importante para un físico, matemático o economista recordar formulas: al toque de un dispositivo (ratón) las tiene, las fechas de la historia se pueden ver mejor en gráficos virtuales, que muestran la simultaneidad y similitudes de diferentes épocas.
Por tanto, ahora es más importante tener dinero para comprar un buen disco duro, que recordar lo que antes se llamaba conocimiento.  Por lo mismo el carácter de la educación ha cambiado de manera drástica, la memorización y la repetición dejaron de ser una alternativa y cada vez surge mas la necesidad de que el estudiante sea capaz de integrar la información disponible en la red, para realizar análisis y poder tener un conocimiento menos acumulativo y mas integral, mas explicativo, tendiente a aprehender la realidad en su complejidad y multiplicidad.  Las experiencias de otras regiones van marcando la propia realidad local, la primavera árabe es un ejemplo de cómo “una chispa puede incendiar la pradera”, las expresiones juveniles como “ocupen Wall Street”, los Indignados en Europa y las rebeldes chicas de “Pussy Riot” en Rusia son solo ejemplos de la capacidad de trascender que tienen las movilizaciones hoy en día.
El parroquialismo y el aislamiento local son cosas del pasado, la integración cultural e informativa avanza, a pesar de los intereses de la gran prensa que sigue tratando de manipular la opinión pública a través de información sesgada, verdades a medias y franca desinformación.  Sin embargo, el que quiera escuchar o mirar lo puede hacer.  Es cierto que siempre se trata de limitar la información gratuita en la red, de ponerle frenos a ciertos tipos de fuentes de información y de veladas amenazas, que aseguran que quienes entran a determinadas páginas pueden entrar a formar parte de las listas de los organismos de Estado y ser procesados.  De todas formas vamos a estar en esas listas y cada día las autoridades cuentan con más herramientas para violar nuestra intimidad.  Las listas de suscriptores se venden, se piratean, se compran, se distribuyen, se divulgan, pero el secreto de la modernidad es que nadie es capaz de manejar toda esa información, ni los sistemas más sofisticados lo pueden hacer.  En ese sentido la libertad en la red, con el aumento de información, es la vacuna contra la pérdida de individualidad.
Esa abundancia de datos y registros, de fuentes y de teorías, es el potencial con el que debe trabajar la educación, ya no vista como un simple elemento de formación para la producción, sino como una base para comprender la realidad y para disfrutar lo que nos ofrece esta diversa, compleja e inabarcable modernidad.  Es poder moverse con confianza y sin complejos en una cantidad de información, que siempre que se haga a consciencia va a ser particular y única.  El enfoque particular que cada quién le da a sus pequeñas investigaciones conduce a muchas respuestas que, si sabemos intercambiarlas, nos podrán enriquecer.
El problema es que no todos estamos preparados para emprender ese recorrido solos.   Como con tantas otras responsabilidades que se han cargado sobre los individuos del consumo, la formación integral tiende a ser tarea individual, los profesores, tutores o guías han perdido el tradicional respeto que existía en la escuela tradicional y los ardides para burlar la vigilancia encomendada a los maestros es cada vez más frecuente.  El orientador, así quiera ser otra cosa, tan solo es un encargado del orden.  Debe servir mas para mantener al joven trabajando, que para proporcionarle información u orientación.  Los muchachos con intereses más concretos y que tienen objetivos claros, pronto encontraran su forma de hacer sus tareas, las que ellos se imponen, no las que les imponen los “profesores”.   Pero la gran mayoría de los estudiantes no tienen un norte definido y en ese deambular por la caótica y múltiple información existente, se perderán y van a terminar frustrados y desmoralizados.  Presas fáciles de líderes inciertos, que pueden convertir al desorientado en ficha de un engranaje para sacar partido para los más fuertes.
La escasa demanda de trabajo calificado que caracteriza al sector productivo de la sociedad del consumo, lleva a que solo algunos privilegiados encuentren espacio en los trabajos del sector productivo y en la industria de punta.  La mayor parte de los trabajadores deben buscar ocupación en negocios pequeños microempresas o empresas de intermediación laboral, pues los empresarios tratan cada vez de comprometerse menos con obligaciones que  representen lazos fuertes con sus operarios.
Por otra parte, el desarrollo de nuevos productos está cada vez más concentrado en las multinacionales y grandes corporaciones, que protegen sus avances científicos y tecnológicos con un sistema de patentes que limita las posibilidades de construir ciencia sobre los descubrimientos ya logrados.  El conocimiento se privatiza y la complejidad de los avances hace que solo los grandes capitales, que pueden financiar laboratorios y centros de investigación, mantener a los científicos mas destacados, controlar la información que se maneja hacia afuera de la empresa, decidir qué descubrimientos son interesantes en lo comercial y cuáles deben mantenerse bajo llave hasta que sea el momento de sacarle provechos económico.  La investigación y el conocimiento de avanzada terminan en manos de muy pocos, todos ligados al gran capital.
Por eso las carreras o profesiones liberales que se miraban con respeto y representaban opciones de estabilidad y seguridad, hoy han perdido importancia para los ciudadanos del consumo.  La sobreoferta de ingenieros, economistas, médicos, abogados y otros profesionales, ha presionado los salarios a la baja e inclusive muchos de ellos están sobrecalificados para las tareas que les son asignadas.  El título por sí mismo no abre puertas, por el contrario no tenerlo si las cierra.  Pero por lo mismo, la educación formal se convirtió en un requisito, y no en una fuente de conocimiento.  Entre los estudiantes existe una displicencia y desprecio por la teoría y la trascendencia, lo que interesa ahora son formulas simples que lleven a resultados seguros.  Nada más alejado de lo que debe ser la ciencia: el reto de enfrentar lo desconocido y encontrar explicaciones, ha sido sustituido por un afán por obtener los títulos.  El mejor no es el que domina la disciplina, sino el que menos esfuerzos realiza para obtener su diploma.  Tal como los héroes de la modernidad son aquellos que rápidamente ascienden en la escala social, los estudiantes se sienten orgullosos de haber podido burlar las trabas que impone la academia de forma rápida y ágil.  El conocimiento es algo secundario.
La educación va perdiendo su carácter universal en un doble sentido, por un lado solo se necesitan unos pocos científicos y desarrolladores de tecnología, no es necesaria formar a tantas personas en los tópicos que permiten avanzar tecnológicamente, solo deben ser unos pocos y sobre ellos es indispensable tener control.  Las mayorías solo necesitan una educación media, que les permita consumir y sentirse satisfechos con los productos que van saliendo al mercado, y que les dan la sensación de estar a la vanguardia.  Sin embargo, esos consumidores, después de haber hecho las colas para comprar su último modelo,  llegan a casa y descubren que ya están anunciando el modelo siguiente que va a aparecer.  La obsolescencia de los productos es rápida e inexorable.  La educación para el consumo no demanda gran conocimiento ni altos niveles culturales
Pero en otro sentido la educación también pierde universalidad: el desconocimiento del diferente, del otro, limita el crecimiento integral de los individuos y al estar los individuos cada vez más solos en el mundo, y con tantas responsabilidades encima, terminan por desconfiar de todo lo que no les es conocido.  Los mundos limitados en que vive el consumidor, que además se complementan de manera ideal con aparatos con los que el individuo se va aislando de su entorno, va generando barreras y el individuo empieza  a encontrar sentido solo en lo que logra dominar: su computador, su celular, su automóvil, sus electrodomésticos.  La aparición de extraños se convierte en un inconveniente, la desconfianza hacia el que tiene otra experiencia y otra forma de ver el mundo va en aumento, y por lo tanto de ese diferente es muy poco lo que el consumidor  considera que puede aprender.
Las estructuras institucionales y familiares que establecían autoridad a ciertos individuos cada vez son más cuestionadas.  El sacerdote, el padre de familia, el policía, el profesor, el juez, el árbitro, todos son personajes que se cuestionan en cuanto su capacidad para guiar.  La admiración de los consumidores, no está en el más esforzado, experimentado o trabajador, sino en el que llega rápido a sus objetivos de consumo.  La admiración es para el jugador de futbol, que logra comprar el carro deportivo de moda, es para el artista que a través de extravagancias logra ganar millones, es para el corredor de bolsa que tras un golpe de suerte, una trampa  o una jugada astuta obtiene ganancias multimillonarias.  Los héroes  dejan de ser los que se sacrifican y sufren, ellos son despreciados; los que logran pasar por encima de sus compañeros y convertirse en triunfadores y modelos de vida, ellos son el nuevo paradigma de la modernidad.
Pero esos nuevos protagonistas no tienen en las mentes populares una permanencia, los modelos de ayer han caído en desgracia y los que están vigentes hoy en muy pocos días caerán.  La ausencia de verdaderos modelos de vida a seguir, contribuye a que el individuo tampoco logre construir una imagen sólida que le proporcione autoestima y razón de vivir.  La depresión y la inestabilidad emocional son realidades con las que los ciudadanos de la modernidad deben convivir.
Esa ausencia de referentes en la formación de los jóvenes y la fugacidad de las figuras públicas son la otra cara del nuevo paradigma para la educación. Los que llegaron a ser modelos de vida en otras épocas ya se consideran superados por los cambios en las condiciones sociales y económicas que caracterizan la nueva sociedad.  Los nuevos paradigmas se encuentran en los realities y las competencias deportivas, en las que los modelos son jóvenes que se someten a vejámenes y malos tratos, solo para tener  el título, asociado a un premio monetario.  Estos héroes modernos también tienen un reinado breve.  La nueva competencia ya se prepara y las cualidades del anterior triunfador son los defectos en el nuevo concurso.
Como los trabajos son fugaces, también la educación de calidad pierde vigencia, la velocidad de las innovaciones y la inmensa oferta de productos hacen que la educación deba ser permanente y superficial.  Nadie se puede declarar formado.  La actualización constante es una necesidad y una oportunidad.  Pero la profundidad no es la característica de este tipo de formación.  La profesionalización a nivel masivo ha perdido sentido y quienes controlan los mercados no están dispuestos a ceder las nuevas oportunidades de trabajo, por lo que la gran mayoría debe oscilar entre trabajos diversos, que no justifican la dedicación a una sola área disciplinar.
Las disciplinas académicas que fueron necesarias para que la humanidad pudiera consolidar la industrialización y la creación de maquinaria y equipos cada vez más sofisticados, ya no son necesarias.  Los nuevos trabajadores de la alta tecnología combinan conocimientos de diversa índole e integran disciplinas y métodos muy diversos, pero para la mayoría de trabajadores que se desenvuelven en pequeñas y medianas empresas, es perentorio tener una variedad de opciones que les permita saltar de un trabajo a otro, siempre con énfasis diferentes.  La especialización pasó hace rato por sus mejores épocas.  La sociedad del consumo no demanda conocimientos de ese tipo, sino tan solo una base mínima que garantice un ingreso y unos conocimientos generales que le permitan comprar y consumir.  El consumo es también momentáneo: con la decisión de compra se cierra el ciclo y se inicia uno nuevo.  La satisfacción de la necesidad es secundaria, lo relevante es poder satisfacer el deseo y la posesión culmina con un objeto que en ese mismo momento empieza a perder importancia para la sociedad de consumo.  La obsolescencia de los productos comienza con la salida del centro de distribución y en ese mismo momento el producto empieza a perder valor.  El consumidor en ese mismo instante empieza a soñar con el remplazo del producto que acaba de adquirir.

Estos nuevos dilemas de la educación plantean reformas fundamentales en la forma como se aborda el proceso educativo y en consecuencia también cambios en los contenidos.  Es necesario redefinir los objetivos de los diferentes niveles de educación, pensando en formas de guiar al educando, o debiéramos decir al “autoformador”, en su ruta por construir su futuro a partir de la solución de problemas planteados desde las inquietudes personales y colectivas, que puedan responder a necesidades comunitarias y sociales y menos a las demandas económicas del sistema.  Seguiremos reflexionando en esta dirección.  ¿Participan?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La Continua Creación de Conocimiento: paradigma de una educación moderna

FORO EDUCATIVO MUNICIPAL – GUAVIARE 2013 – CORPORACIÓN RETOÑOS

Una educación en continuo proceso de interpretación y proyección
La  Continua Creación de Conocimiento: paradigma de una educación moderna

Profesor: Héctor Alfonso Otero Moreno

Temas desarrollados

1.       Integrándonos al cambio sin perder la tradición
2.       Aprovechando las TICs con cautela y eficiencia
3.       Estimulando la exploración, la práctica  y la investigación
4.       Rescatando los espacios de la cultura y el deporte
5.       Los centros de formación tecnológica


1.       Integrándonos al cambio sin perder la tradición

Con frecuencia surge la pregunta acerca de cuál debe ser el papel de  regiones marginales en un proceso de globalización y modernización, que por sus características y dinámica, es arrollador e impone a todos  los actores sociales dilemas y retos, que parecieran conducir a un mayor aislamiento de las regiones apartadas y con menos capital físico. En efecto, la velocidad del cambio tecnológico, la penetración de las comunicaciones y el alcance de las estrategias publicitarias y comerciales,  conducen a una homogenización cultural que parece quisiera acabar con la riqueza tradicional y los hábitos que por años se han construido en las regiones, y que responden a sus necesidades específicas.
Más allá de este dilema una comunidad educativa como la del departamento del Guaviare, debe plantearse hacia dónde deben dirigirse sus esfuerzos en esta materia, de manera que los educandos no permanezcan al margen de estos procesos de globalización y modernización, pero que tampoco se aparten de  la tradición y el conocimiento que por años han construido los habitantes de esta zona.
La verdad es que las tendencias internacionales son inatajables, los cambios que han tenido lugar en los últimos años llegaron para quedarse, y por lo mismo es forzoso que reconozcamos que la marginación debe evitarse, la integración con los mercados globales debemos aceptarla y se debe construir una estrategia de adaptación a los cambios que a la vez  incluya  la preservación del patrimonio cultural y tradicional local.
En medio de una oleada de modernización que pone al alcance de casi todos la telefonía celular, cúmulos de información a través de las redes, la participación en entramados sociales virtuales y el intercambio de experiencias con personas en las más diversas ubicaciones, nuestros jóvenes están siendo bombardeados con demandas de cambio, no solo en cómo se integran a la sociedad, sino inclusive en temas éticos y de comportamiento cotidiano.  Las influencias buenas y malas que antes podían ser controladas por padres y educadores, ya no tienen un horizonte local, sino que los comportamientos de otros jóvenes en lejanos parajes empiezan a plantearles a nuestros niños, adolescentes y quienes están entrando a la vida laboral, nuevos cuestionamientos y enfoques.
Las experiencias de la “primavera árabe”, de los movimientos de los “indignados” y hasta de los movimientos estudiantiles brasilero, mejicano y chileno, han tenido como gran motor de proyección y ampliación las redes sociales.  Estos movimientos, si bien pueden enfrentar muy diferentes entornos, llevan a que los jóvenes de todas partes del mundo, se pregunten ¿por qué ellos no pueden actuar de manera similar y romper los esquemas tradicionales?
La apertura de los mercados obliga a una apertura en los métodos educativos y a audacia en el proceso educativo, que aunque está aún en proceso de construcción, ya tiene unos pilares y unas rutas marcadas.  Los docentes responsables y entusiastas de su vocación pueden aportar mucho a evitar los errores y los caminos que no conducen a metas específicas, sin quitarle la libertad y la iniciativa de los jóvenes.  Unos jóvenes motivados a avanzar en la ruta del conocimiento y con claras preferencias profesionales, deben constituirse en la masa crítica que con razones y sustento puedan llevar de la mano a la región a integrarse a los mercados mundiales y a hacer respetar la cultura y tradiciones locales, reconociendo limitantes y potencialidades.

2.       Aprovechando las TICs con cautela y eficiencia

La información está disponible al toque de un teclado o de las pantallas táctiles, que les transmiten de primera mano imágenes de mundos que resultaban inimaginables  y completamente diferentes de los escenarios en que ellos actúan.
Indudablemente este arsenal de comunicaciones y de intercambio tiene un potencial negativo, que ha sido suficientemente divulgado por los medios de comunicación.  El acoso a los jóvenes por usuarios malintencionados de la red ya es un riesgo bien conocido, la pornografía de todo tipo, que desinforma a los adolescentes y pone en riesgo a los niños, también se ha denunciado y los padres y educadores deben estar advertidos.  Las estafas y otros delitos económicos que pueden realizarse a través de la red son todos aspectos ante los cuales es necesario estar alerta.  Sin embargo, del otro lado el potencial positivo para acceder a información cultural, conocimiento científico y tecnológico, prácticas deportivas y recreacionales, debe ser aprovechado por nuestros docentes y formadores de los jóvenes.
En efecto, las posibilidades que los nuevos medios de comunicación  e informática conocidos como TICs, permiten que la educación pierda el carácter de simple trasmisora de conocimiento, para inducir en los infantes y los jóvenes el espíritu de investigación y exploración.  Los educadores deben pasar definitivamente de ser “transmisores” o “repetidores” de conocimiento, a ser guías y eficientes administradores del proceso de construcción de conocimiento de los educandos.  El papel activo del estudiante es esencial en las nuevas estrategias formativas, pues los medios que tiene a su disposición le permiten aventurarse en ese inmenso tanque de información, al que debe enfrentarse con criterio y metas claras,  Los Orientadores, que antes eran altavoces de teorías ajenas  pueden ahora apoyar induciendo criterios selectivos y diseñando una ruta de exploración particular, que debe hacer el proceso de formación más interesante y atractivo para el estudiante.
El desinterés y la falta de entusiasmo frente a la educación surge de métodos obsoletos y poco atractivos para los jóvenes, que están recibiendo información actual y dinámica en sus celulares, tabletas y computadores, mientras muchos de nuestros formadores se refugian aún en textos y fórmulas que tuvieron validez en una sociedad más limitada desde el punto de vista de la información.  Por lo tanto un ejercicio como el planteado en la primera versión de este foro, que buscaba vincular la lúdica con el proceso educativo, es vital para poder conectar a educadores y educandos. 
Una mentalidad moderna y dinámica de nuestros formadores, que vea en los medios de comunicación y en el potencial de los computadores y las redes un aliado, es una condición sin la cual no podremos atraer a los estudiantes, ni transmitirles el sentido de responsabilidad como elementos de una estructura social, ni los valores del trabajo disciplinado y permanente para estar a la vanguardia del conocimiento.
Con el fin de aprovechar al máximo el potencial de las TICs, es de vital importancia fomentar el aprendizaje  de un segundo idioma, en especial el inglés, para ampliar el horizonte tanto de  los profesores como de  los estudiantes.
3.       Estimulando la exploración, la práctica  y la investigación
La dinámica del conocimiento en la modernidad es gigantesca, y por lo tanto nadie puede estar completamente al día con los avances de la ciencia y de la cultura, debemos reconocer nuestras limitaciones y aprovechar el entusiasmo y la curiosidad de los jóvenes para encausarla hacia la meta de ampliar los conocimientos y elevar el nivel cultural de nuestras comunidades, haciendo de la aventura exploratoria un motivo para compartir y divulgar hallazgos científicos y culturales.
La exploración debe estar complementada con prácticas y experimentos que le permitan a la comunidad estudiantil corroborar los avances y aplicarlos en la condiciones de la realidad particular de su región. Algunas prácticas se pueden implementar con el fin de, no solo acrecentar el conocimiento, sino de ponerlo al servicio de la comunidad y aportar en la capacitación no formal, tales como:
a)      Prácticas agrícolas y ganaderas
b)      Talleres de mecánica y electricidad
c)       Cálculos de las cuentas de los negocios locales
d)      Cálculos de las cuentas públicas departamentales y municipales
e)      Campañas de prevención y cuidado al medio ambiente
f)       Reforestaciones y manejos de las rondas de los caños y ríos
g)      Ejercicios de enfermería sencilla
h)      Cuidados de la infancia y tercera edad
i)        Manejo de los servicios turísticos, Atención al turista: Hotelería, restaurantes, guías, etc.
j)        Intercambios culturales con otras regiones

Es necesario romper la barrera del miedo que sienten los jóvenes a apartarse de su zona de confort, para motivarlos a integrarse con compañeros de otras regiones con intereses  similares, pues el intercambio además de ayudar a divulgar el conocimiento, permite a los educandos superar limitaciones en términos de seguridad personal, utilización del lenguaje y estructuración de argumentos por escrito y oralmente.
 Al acercarse a las preocupaciones de la comunidad y al tratar de entender el funcionamiento de la sociedad que los rodea, los jóvenes pueden aproximarse a los temas cívicos, a la identificación de necesidades y potencialidades de la región y a la forma como funcionan los sistemas de participación, lo que los hará ciudadanos con mayores posibilidades de aportar, participar y compartir escenarios de decisiones colectivas
Es igualmente indispensable romper el mito de que la investigación es solo para personas dotadas especialmente, Todos los jóvenes deben entrar en la dinámica de la exploración y la divulgación de sus hallazgos para crear una sana emulación entre pares, que aporte a mejorar los resultados del trabajo de investigación.
La educación básica cuenta hoy con muchachos inquietos y sensibles a temas como la desigualdad y la responsabilidad ambiental.  El acercamiento a estas problemáticas es también un factor importante de formación de los estudiantes y un ámbito con enormes posibilidades de propuestas de trabajo comunitario y solidario.
La calidad de la educación, en la medida en que se logre una dinámica de exploración y colaboración, permitirá potenciar los esfuerzos individuales y colectivos para que cada muchacho determine su formación.  Los contenidos están abiertos en la red, en las bibliotecas, en las experiencias de los docentes, de los profesionales graduados, de los trabajadores del campo, de las enfermeras, de los médicos de los agrónomos, veterinarios y en las amas de casa, que cada uno, en su medida, puede aportar a la formación integral de esa juventud que hoy está desorientada y necesitada de unas señales claras de hacia dónde dirigirse.
4.       Rescatando los espacios de la cultura y el deporte
El espacio para la cultura y los deportes es vital para buscar mejoras en el uso del tiempo libre y la integración de los grupos, de forma que se generan lazos de trabajo en equipo.  Aún los deportes y las expresiones culturales individuales requieren de colaboración entre los pares y con quienes ya tienen cierta maestría, por lo tanto estos ejercicios deben también fomentar cierto nivel de competencia, que debe motivar la búsqueda de la mejora, de ninguna manera la animadversión ni la envidia.  En el espíritu de que la dedicación y el esfuerzo llevan a la pericia y la habilidad todos pueden llegar a ser ejemplos y líderes temporales.
La mayor interacción de los jóvenes con sus compañeros de diferentes niveles y en diversos escenarios (culturales, deportivos, ferias científicas, etc.) debe familiarizar a los estudiantes con el trato de sus pares de otras edades, sexo y niveles de ingreso, e inclusive de otras regiones, de manera que las relaciones sean de respeto mutuo, compañerismo y sana competencia.  La formación en temas de salud, higiene y sexualidad debe aportar a que los participantes entiendan mejor los procesos por los que atraviesan sus cuerpos y mentes  y que entiendan sus derechos, deberes y formas de exigir respeto.  La dignidad de cada uno y el reconocimiento de límites específicos  en el trato con los demás, que cada persona defina, de acuerdo a cómo se siente cómoda, deben ser un principio, tanto en la cotidianeidad, como en el trato con compañeros en las salidas que se realicen en grupos escolares.
Una educación básica de estas características hará más viable ese encuentro de los jóvenes del Guaviare con sus compañeros de otras regiones a nivel nacional e internacional, y abrirá muchas puertas en términos de su capacidad  de adaptación a otros escenarios académicos y sociales.

5.       Los centros de formación tecnológica
El trabajo con centros de formación tecnológica es importante, en especial en un momento en que el SENA está iniciando una ampliación de su infraestructura.  La estrecha colaboración entre los capacitadores de esas instituciones y los docentes y estudiantes del sistema educativo, permitirá potenciar las interacciones y orientar mejor a los muchachos de acuerdo con sus vocaciones y las necesidades de la región.  Esa colaboración garantizará una oportuna y adecuada transición de los muchachos a los niveles de educación técnica superior y a la vez servirá para que aquellos más interesados en aspectos científicos y tecnologías de punta puedan acceder a centros de formación profesional como las universidades.
La interacción con centros de investigación como Corpoica y otros institutos especializados debe servir para contar con una retroalimentación permanente, en la que se puedan establecer parcelas demostrativas y experimentos que permitan  capacitar y mejorar la comprensión de los labriegos acerca de las prácticas de cultivo más eficientes y efectivas.  En este punto la Alcaldía puede jugar un papel importante propiciando convenios con esos institutos y con el SENA y otras entidades que cuentan con infraestructura para la capacitación y la formación técnica.
En la medida en que se logre esta cooperación institucional y de los docentes y profesores, asi como de investigadores y científicos, nos podremos estar acercando a niveles de educación de alta calidad.
Confiemos en que este trabajo en adelante se pueda realizar ya con una paz firmada y con un nuevo espíritu de reconciliación y reconstrucción de la sociedad, para que en adelante se puedan resolver  las diferencias y los desacuerdos, a través del diálogo civilizado, sin oportunismos y centrado en el beneficio de la colectividad por encima de todo.

En manos de esta comunidad estudiantil está el futuro de San José, del departamento del Guaviare y de la Orinoquía colombiana.

martes, 22 de octubre de 2013

UNA VISIÓN DE LA GLOBALIZACIÓN, LA MODERNIDAD Y LA VIOLENCIA


Una de los más conmovedores eventos de nuestra época han sido los ataques a las torres gemelas en Nueva York y todo lo que se desarrollo a su alrededor, incluida la destrucción de toda un ala del Pentágono en Washington.  Este que ha sido el peor ataque terrorista contra los EEUU, nos lleva reflexionar acerca de la violencia en nuestros días.  El atentado suicida de los fanáticos de Al Qaeda, puede haber sido el más espectacular e irracional acto de odio y resentimiento, sin embargo no es la única expresión de violencia de nuestros días.

La reacción del gobierno americano contra Afganistán e Irán, y en general contra todas las manifestaciones de la cultura árabe, fueron igualmente actos de violencia en los que no solo han muerto muchos inocentes, sino que como resultado de ellos el gobierno de los EEUU cometió un delito internacional, al tomar prisioneros de guerra y mantenerlos aislados y bajo las más terribles presiones en Guantánamo, sin tener claras razones para su detención.  La respuesta violenta, tan aplaudida por los norteamericanos, se convirtió en una papa caliente que finalmente le costó al partido republican de los EEUU la presidencia.

Pero más allá del conflicto entre Al Qaeda y el gobierno americano, seguimos siendo testigos de la arbitrariedad y crueldad del aislamiento en que viven hoy los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza, zonas a las que Israel impide el acceso de ayuda humanitaria con amenazas y tomas de las embarcaciones que pretenden apoyar y ayudar  a los palestinos.  La guerra en Sudán en el centro de África ha cobrado tantas víctimas como las hambrunas, que también han golpeado este país, y los responsables no son aún puestos ante la justicia.

La violencia no solo la provocan los enfrentamientos políticos y las disputas entre naciones.  En Grecia hemos visto cómo la crisis del endeudamiento ha producido la indignación de los habitantes de ese país europeo, en razón a los recortes que ha programado el gobierno, presionado por el Fondo Monetario internacional y sus socios europeos.  Los  griegos han salido a la calle y enfrentado a las autoridades locales lo que ha generado desordenes y numerosos heridos; en Chile la demanda por más y mejor educación termina también en enfrentamiento callejeros y en Francia e Inglaterra desempleados, jóvenes y anarquistas incendian automóviles y saquean el comercio.

La globalización dispersa este fenómeno a todas las naciones del mundo y Colombia no es ajena a esta evolución de modernidad, globalización y violencia. En efecto,  aquí en nuestro país después de muchos años la violencia de los grupos ilegales no cesa y a pesar de los esfuerzos de unos y otros, la paz no logra aclimatarse.  El armamentismo en Latinoamérica no parece disminuir y las multinacionales de las armas, aliadas con las mafias regionales siguen llenando el mundo con toda clase de armamentos, cada vez más eficientes, y por lo tanto más mortales.

Pero hasta en los estadios y espacios deportivos la violencia está presente.  Los famosos hooligans de Europa se han hecho indeseables en muchos escenarios deportivos, y sus métodos han sido replicados en Latinoamérica.  La modernidad y la globalización también han traído este fenómeno a Colombia, donde los aficionados muertos a manos de sus adversarios deportivos aumentan cada fin de semana, y un deporte que debía contribuir a hermanar a los practicantes del mismo, está llevando a muchos jóvenes a los hospitales e inclusive a la muerte.

También toca las puertas de nuestra región, hace unos días en Barranca de Upía y Cabuyaro, la población se enfrentaba a la policía, después de denunciar y manifestarse en contra de los abusos de una petrolera en el trato de sus trabajadores y en el cumplimiento de sus responsabilidades ambientales.

No es necesario continuar enumerando casos, pero hay que reconocer que la violencia es una constante en nuestra sociedad.  Por ello, es válido preguntarnos ¿por qué la aspiración de una sociedad moderna y sin violencia no parece poderse alcanzar, a pesar de que la paz, al menos de palabra,  es ansiada en todas las sociedades?

¿Hacia dónde se dirige nuestra sociedad con los actuales enfrentamientos y conflictos? ¿Tenemos hoy más seguridad, estabilidad y certidumbre?

Zygmund Bauman, un sociólogo de origen polaco, que se ha hecho famoso en Inglaterra escribiendo algunos textos acerca del concepto de modernidad líquida, responde que no tenemos más seguridad y que, por el contrario, la sociedad hoy vive en mayor incertidumbre y  las instituciones que se han venido eliminando, en el marco de las reformas estructurales recientes, recomendadas por el Fondo Monetario Internacional y los organismos tinancieros internacionales, han abandonado a los mas pobres y generado una mayor inestabilidad para los trabajadores, para los hogares y para las comunidades.

¿Comunidades? Bauman dice que las comunidades son tan solo una aspiración de encontrar espacios en que se estimule el individuo y se logren concretar proyectos que son comunes a los participantes.  Es decir que las comunidades deben tener unos antecedentes comunes, una historia, un lenguaje, una educación, una cultura y unas costumbres compartidas, sobre las que se pueda construir confianza, solidaridad y cooperación.

Sin embargo las organizaciones comunitarias, así como sindicales y campesinas han venido desapareciendo a medida que el nuevo enfoque social promueve el individualismo y el consumismo.  El Estado viene disminuyendo sus funciones y son los individuos los que tienen que resolver sus propios asuntos de toda índole, desde la educación de los hijos, pasando por la salud familiar, la construcción de la vivienda, la administración de los ahorros, y la recreación  hasta la seguridad personal.  ¿Qué tan preparados están los ciudadanos comunes para este cambio?

El individuo esta cada vez más aislado, los centros de encuentro social disminuyen en número y los centros de diversión son cada vez más ruidosos y menos capaces de permitir, que entre los jóvenes puedan compartirse los problemas, las experiencias y la ilusión de un mundo mejor.  Inclusive en espacios propicios para el intercambio como cafeterías, restaurantes, espacios de esparcimiento y aulas de clase, se prefiere compartir a través de blackberrys y celulares abandonando la posibilidad de construir relaciones  personales sólidas, aislándose del grupo con el que “supuestamente” se socializa. El conocimiento de los propios compañeros apenas es superficial, lo que hace que las relaciones también sean por lo general fugaces.  Los deportes y actividades que se practican buscan excitar los propios sentimientos y sensaciones, y tienden a ser cada vez menos en equipo o reuniendo grupos. Todo lo anterior lleva a que las actividades sociales se conviertan en actividades individuales, colocando a los individuos en una situación de aislamiento y vulnerabilidad.

Esta soledad en la que vive el joven moderno hace que, por momentos busque refugio a sus inseguridades en comunidades, que se convierten en esas aspiraciones o ilusiones que deben contribuir a buscar un norte en sus vidas.  La verdad es que la mayoría de estas comunidades antes que soluciones para el aislamiento y la soledad, son instrumentos efectivos de individuos que quieren aprovecharse de jóvenes desorientados e inexpertos.  Esas comunidades en las que los jóvenes buscan identidad, antes que servirle al individuo están en busca de personas que les sean dóciles y fáciles de someter.  Por lo general, los requisitos de ingreso incluyen pruebas en las que se demanda del nuevo miembro romper con valores que les han sido inculcados en la educación tradicional y mostrar su compromiso con el grupo demostrando audacia, valor y desapego de los principios morales tradicionales.

Las barras bravas, las pandillas, las hermandades, los grupos de extrema izquierda y extrema derecha, los grupos delincuenciales, todos buscan atraer a los jóvenes ofreciendo un imaginario de solidaridad entre sus miembros y fantasmas consistentes en enemigos que deben ser eliminados.  Según Bauman estos colectivos: “Necesitan enemigos a quienes amenazar con la extinción, y a quienes perseguir colectivamente, torturar y mutilar, para convertir a cada miembro de la comunidad en cómplice de algo”, en efecto las pruebas de iniciación, por lo común, incluyen actos violentos contra los supuestos enemigos: “el equipo de futbol contrario”, “los policías”, los izquierdistas”, “los homosexuales”, “los traficantes”, “los zanahorios”, “las mujeres de la vida alegre” y muchos otros que se convierten en “los Otros”.  Para las cabezas de esas comunidades “el otro” es el enemigo el que no viste el mismo atuendo o no luce el cabello de determinada forma o el que defiende otros ideales.  El “Otro”, es aquel contra el que se ejerce la intolerancia.  La mofa y el chiste se hacen contra el mendigo, el buen estudiante, el mal deportista, el joven que no luce determinadas prendas o no tiene un “celular o blackberry play”.

Y la violencia contra esos “otros” comienza a generar un aislamiento, en el que se pierde la objetividad y el criterio, se toman por sentadas verdades, que los líderes han adoptado, para ejercer su capacidad de dominio sobre los otros.  La misma comunidad se aísla y como efecto los “otros” tienden a aumentar.  El que no piensa como el grupo no tiene derechos y por lo tanto se puede abusar de él a gusto, y cada vez son más los candidatos.

Estas comunidades permiten que el individuo rompa la monotonía de su vida cotidiana y la soledad en la que regularmente vive, los eventos que propician este tipo de colectivos son “carnavales”, en los que se exorcizan los demonios, se eliminan las tensiones de la vida diaria y se dan muestras excepcionales de “valor” en medio de la euforia colectiva, que le arrebata al individuo su capacidad crítica y sus naturales defensas contra el peligro y el abuso.

Estas comunidades nacen como “reflejo en el espejo”, o sea que a todo grupo de izquierda le sale su contrario de derecho, a los “sanos” les aparecen sus “malosos”, a todo Millonarios le sale su Santafé, a todo “paraco” le sale su “guerrillero”, y terminamos dándole a las cabezas visibles de esas comunidades explosivas, nuestra capacidad de decidir, de actuar y de pensar.

Los mayores no están para nada exentos de esta tipología: encerrados en sus clubes, sus condominios y sus resorts, todo el que es diferente no tiene acceso a sus espacios, el otro, el que no puede pagar la cuota inicial, el vagabundo, el caminante, el que no ha pagado la cuota, no pueden entrar.

La insolidaridad se refuerza con esas comunidades que buscan para sí mismas el aislamiento y la dominación del individuo, para alejarlo de otras influencias.  A través de métodos de reafirmación de identidad, al interior de las comunidades existe una cierta certeza, que no se encuentra en la vida cotidiana, en donde dominan la inestabilidad, la inseguridad y el riesgo.

La violencia entre colegios enfrentados, de barrios que también declaran al vecino su enemigo y de muchas otras exaltaciones verbales  le dan alas a la violencia y hacen más difícil el trabajo de quienes buscan la convivencia pacífica.  En este aspecto el lenguaje se ha venido trasformando de una manera bien particular, adoptando muchos grupos las expresiones de la delincuencia para expresarse de sus compañeros, para obligar a alguien a alejarse del lugar que “pertenece” al grupo, para eliminar al contrario y muchas otras locuciones, que se extienden, sin que los muchacho se pregunten el origen de las mismas.  El lenguaje en las comunidades se convierte también en un elemento de identificación y de diferenciación.

La agresividad aún en el trato cotidiano con compañeros y amigos familiariza a los jóvenes con las actitudes violentas y no pocas veces, de chanzas o juegos terminan enemistades y malentendidos.  Es importante, por lo tanto, aprender y aclimatar la tolerancia, para no perder la oportunidad de conocer a mucha gente que nos sorprende con sus experiencias únicas, con su conocimientos en áreas específicas, con aspectos de la cultura en los que no habíamos pensado.  Escuchar debe ser una misión contra la soberbia, preguntar con real deseo de conocer en profundidad debe llevarnos al conocimiento.  “El Otro” en lugar de ser un despreciable elemento, es una posibilidad de conocer aspectos de nuestra sociedad que ignoramos o desconocemos.

La mejor semilla contra la violencia y los violentos es abrir la mente y el espíritu para reconocer y respetar a nuestros congéneres, la discriminación y el sectarismo son la ruta más cercana a los abusos, y por esa vía a justificar exabruptos y tropelías. Todos los fanatismos han terminado causándole grandes desgracias a la humanidad.

La Universidad debe ser un escenario abierto a todas las reflexiones y a todas las teorías, de forma que es el lugar indicado para que se libren las discusiones más diversas, siempre en un marco de respeto, tolerancia y sincero espíritu de crítica y autocrítica.  Aprovechemos el espacio que nos da esta universidad para enriquecer no solo nuestro conocimiento técnico y profesional, sino también para repensar el mundo y tratar de aportar a la construcción de la paz.

 

 

 

 

 

El objetivo de este material es ampliar algunos de los conceptos que se plantearon en el libro “Paramilitares la Modernidad que nos tocó” y ampliar las reflexiones que motivaron la investigación realizada.

La primera consideración es esencial, pues en la concepción lineal de la historia se supone que cada estado de la sociedad, en la medida que avanza el tiempo, mejora la condición social y económica de los individuos y nos permite avanzar en pos de una mejora permanente en la calidad de vida.  Sin embrago solo mirando los conflictos actuales y los indicadores de calidad de vida para la mayoría de los ciudadanos del mundo, observamos que esta pretensión no se ha logrado y aunque podemos encontrar indicadores de salud, educación o vivienda positivos encontramos que estos avances se han logrado a un alto costo en términos de concentración de la riqueza, de sentido de pertenencia de las personas a sus regiones y de enormes incertidumbres que agobian al ser humano promedio.

En efecto, la humanidad ha buscado la seguridad y la estabilidad desde que el hombre decidió volverse sedentario y gregario, sin embargo a medida que se ha aumentado la complejidad de las relaciones, no solo se han multiplicado los peligros y las amenazas contra la vida humana, sino que hemos puesto en riesgo la vida de muchas de las especies que habitaban el mundo con nosotros, y que ahora nos damos cuenta servían para que pudiéramos disfrutar de este pedazo del universo.

martes, 16 de octubre de 2012

Paz inviable u oportunidad


Por Héctor A. Otero
Frente a un nuevo proceso de negociación entre el gobierno y la insurgencia, surge, como siempre, la pregunta de cuáles son las verdaderas intenciones de los representantes de las principales fuerzas de este conflicto.  El gobierno ha dado señales claras de querer salir de la encrucijada de una guerra que no tiene final y ha confiado en que los duros golpes propinados a la insurgencia (en especial la muerte de sus principales líderes, tanto en combate como por la edad) en los últimos años, permitirá un nuevo punto de partida que posibilite llegar a resultados por completo diferentes a los de las experiencias anteriores.
La insurgencia, que se sabe disminuida, quiere una reingeniería, en otras palabras, busca presentar una nueva cara y aprovechar unos escenarios internacionales para mejorar su imagen, que ha sido afectada por la incapacidad de sus nuevos líderes de conectarse con la opinión pública.  Pero también está detrás de darle un aire nuevo a sus frentes, que no dejarán de actuar, pero que se verán estimulados al encontrar que sus líderes nuevamente ocupan páginas en la prensa y su imagen se vuelve corriente en los noticieros y páginas de internet.
Las figuras que han sido nombradas por las partes son todas figuras de la línea dura, lo que hará de la negociación una verdadera confrontación entre extremos.  El resultado, como siempre que se enfrentan los extremos, es bien probable que sea un pronto rompimiento, pues los lenguajes y más aún los objetivos de este esfuerzo pueden identificarse pronto como incompatibles.  La otra opción, es que algunos de los menos radicales negociadores traten de interpretar al contrario y se pueda acceder a un diálogo, en el que se logren acuerdos pequeños y tal vez intrascendentes, pero que sirvan de base para mantener la mesa viva.
El diálogo podrá continuar, siempre que se reconozcan diferentes aspectos de la realidad que han cambiado durante los últimos años: la importancia relativa del campo en Colombia ha disminuido de manera radical, la concentración de los medios de comunicación, que forman la opinión pública y le darán aire o ahogarán el proceso, será definitiva en la percepción que tengan los ciudadanos de este diálogo, y las fuerzas políticas que se encuentran polarizadas y dispersas, deberán realinderarse de forma que puedan apoyar el proceso o buscar nuevos rumbos alternativos.
El primer punto de la agenda que se ha acordado, será vital para las aspiraciones de la insurgencia, que busca congraciarse con sus bases rurales, ofreciendo la posibilidad de restituir tierras y lograr una reincoporación digna a la sociedad civil para sus simpatizantes y militantes.  Una ventaja, será que no van a ser muchos quienes se acojan a esta opción, y aquellos que lo hagan se ubicarían sobre todo en áreas marginales, con pocas posibilidades para el desarrollo de esas unidades productivas.   Esta no será una reforma agraria como se concebía en otras épocas, será tan solo una recuperación de derechos, pero sin posibilidades de construcción económica, pues ni la situación actual del campo lo permitirá, ni los acuerdos comerciales recientes ofrecerán posibilidades para que las pequeñas propiedades rurales tengan futuro.  Para el gobierno ceder en estos aspectos tendrá un bajo costo y será fácil ponerse de acuerdo en muchos puntos que no modifiquen la propiedad de los núcleos rurales asociados con la gran producción.
La forma como se presentará este diálogo a los colombianos será definitiva para que se pueda llegar a algún acuerdo.  Las fuentes de noticias, que el presidente Santos conoce muy bien, definirán la forma como se van a presentar las negociaciones.  De la imparcialidad y discreción en el manejo de la información dependerá la imagen que se forme la opinión pública del papel de las partes.  En especial si consideramos el hecho comentado acerca del radicalismo de los negociadores y el afán de figuración de todos ellos.  En ese sentido será muy importante encontrar adecuados medios de comprobación y seguimiento de los acuerdos logrados, para que no exista la posibilidad de interpretaciones maliciosas ni evasión a los compromisos.
Por último, la estructura política colombiana, que jamás ha sido fuerte desde el punto de vista ideológico, pero si ha tenido  mecanismos de cohesión partidista, en este momento encuentra unos movimientos políticos débiles, después de ocho años de desinstitucionalización.  Esta debilidad, si los colombianos quisieran aprovecharla,  sería ventajosa para conformar nuevas alternativas y alianzas con contenido y bases ideológicas, pero lo más probables es que en este mar de confusión, mentiras y manipulaciones, los acuerdos no puedan contar con un respaldo político importante que permita imponer la voluntad de quienes quieren la paz.  Mientras estos aspectos no se resuelvan este proceso será inviable.