lunes, 13 de julio de 2009

La Violencia Terrorista del Estado se extiende a nivel mundial

Las víctimas de la violencia en la moderna sociedad cada vez resultan ser más frágiles e indefendibles: el asesinato de una mujer egipcia embarazada en un juzgado de Dresden, en Alemania, la muerte de un joven judío después de 24 días de torturas por extremistas de derecha franceses y el asesinato en la calle de una estudiante iraní por grupos de “basiji”, paramilitares que defienden el triunfo electoral del presidente Ahmadynejad, nos muestran como los asesinos racistas y defensores de la discriminación se encuentran protegidos por la autoridad, mientras los ciudadanos del común están sometidos cada día a una mayor inseguridad y son sujetos de ataques más violentos y aleves, sin que ello se refleje en sanciones proporcionales a los delitos cometidos. La impunidad sigue campante, no solo en África o América Latina, sino en los propios territorios de los países desarrollados.
Siguiendo el modelo de la dictadura de Myanmar (antigua Birmania), hoy se busca evitar que la prensa divulgue la realidad que viven los países en los que se mueven las conciencias para defender sus derechos. En Irán se prohíbe el accionar de los periodistas, en la provincia de Xinquiang en el occidente de China se impone una severa restricción a la información, en Honduras se persigue a los informadores independientes y ahora resulta que en los propios Estados Unidos de América bajo la estrecha vigilancia del vicepresidente Cheney, existía un programa secreto para eliminar supuestos terroristas.
El ataque a los medios de comunicación aunque cada vez más difícil para sus enemigos, dada la red mundial de información, que hoy conecta a todos los rincones del mundo, es tan fuerte que ésta se encuentra amenazada por el terror y la impunidad de los actores violentos del Estado. Es innegable el valor no solo de periodistas y disidentes individuales que mantienen sus denuncias y accionar, sin embargo las movilizaciones populares son sometidas al terror y por ello pierden efectividad. Esa es una verdad que entienden los detentadores del poder de todos los colores desde el dictador de Corea del Norte hasta el ex vicepresidente norteamericano.
El terrorismo desde el Estado funciona, y pretendiendo ser un mecanismo de defensa contra la oposición y en defensa de la democracia, ordenada como los gobernantes la quieren, resulta ser un poderoso medio para impedir que los ciudadanos opinen diferente. Ya tenemos la experiencia en nuestro país: unas elecciones en las que la amenaza terrorista marcó las decisiones de los electores, nos impuso un gobierno espúreo, que no tuvo inconveniente en comprar las conciencias de los congresistas para perpetuarse y que ahora busca colocar todo el Estado a sus pies, lo que significa una mayor capacidad para combatir a todo contradictor, por medios legales, pero si no es así también con la capacidad violenta del Estado y de sus grupos paramilitares.
El paramilitarismo parecía un accidente que en sociedades convulsionadas surgía de la misma violencia del conflicto, pero cada vez se está mostrando más como una estrategia generalizada, que puede servir a cualquier jefe de gobierno. Junto a la libertad de acción para esos grupos debe existir un silenciamiento de los medios y un bloqueo a las posibilidades de divulgación de las acciones masivas de la población. Esta lección está siendo asimilada por muchos gobernantes engolosinados con el poder y requiere de los sectores populares y de las organizaciones de base una estrategia clara de comunicaciones. Debemos entender que la defensa de la prensa libre y de la libertad de información es un instrumento para la defensa de la verdadera democracia, con participación y con decisiones populares. La utilización de los medios modernos de comunicación incluidos internet y sus derivados facebook, twitter, you tube, etc., son fundamentales para la defensa de la democracia y la libertad. Sin embargo es necesario transformarlos de medios de alienación y superficialidad en potentes medios de defensa de la justicia, defensa de la igualdad, divulgación de luchas populares y educación popular para la transformación. En nuestras manos está enfrentar al terror y desarmar las amenazas, para que con nuestra gente podamos ser libres.