lunes, 31 de diciembre de 2007

PARAMILITARES: LA MODERNIDAD QUE NOS TOCÓ

(Reseña)

Por Juan Carlos Vargas Soler.
Economista UIS. Colombia.
Maestrado en Economía Social. UNGS. Argentina.

Examinar la realidad colombiana que atañe a nuestro conflicto social armado y reflexionar en torno a fenómenos interrelacionados tales como la insurgencia, la desigualdad socioeconómica, el narcotráfico y el paramilitarismo se convierte en una rigurosa tarea y en una indispensable necesidad para poder pensar opciones que conduzcan no solo a un mejor conocimiento de nuestra historia y de nuestra realidad sino también a construir escenarios que posibiliten una vida con sentido, justicia, dignidad, paz e inclusión social en Colombia.

El libro “Paramilitares: La Modernidad que nos tocó” del profesor Alfonso Otero aporta en esa dirección. En efecto, a partir de una novedosa lectura del conflicto social colombiano y del fenómeno del paramiliarismo, dada por la perspectiva posestructuralista de Bauman, se coloca a la modernidad tardía en el centro de la reflexión y el análisis. En particular, se pone de relieve que los procesos de reestructuración y modernización empresarial, estatal, tecnológica y económica alimentan no solo los conflictos sociales al generar escenarios de precarización, inestablidiad, inseguridad y desigualdad socioeconómica, sino que también contribuyen a la modificación del modus operandis de las organizaciones armadas (a través de las masacres por contrato u outsoursing, por ejemplo) y a la creación de comunidades e identidades en torno a ellas.

Se trata pues de un enfoque teórico, analítico y reflexivo, novedoso, que sitúa a la realidad colombiana, a nuestros conflictos y problemáticas y a nuestra historia reciente en el marco más amplio de los procesos de modernización contemporánea, que acompañan y alimentan el cambio de época desde las sociedades del trabajo asalariado hacia la fase histórica de la globalización del capital, de la ética del consumo y de las identidades móviles, con múltiples consecuencias de tipo político, económico y cultural en la vida social.

En concordancia con lo anterior, a lo largo del texto se desarrolla la hipótesis según la cuál “el fenómeno paramilitar es el resultado del proceso de modernización del país, que ha atravesado por diversas etapas en muy corto tiempo, y que a lo largo de su trasformación ha tenido una influencia inmensa en la formación de valores y no-valores de la sociedad colombiana” (Pg. 37).

La pregunta por el surgimiento y el desarrollo del paramilitarismo lleva al autor a hacer una reflexión en torno a la razón de ser de esas organizaciones armadas y a hacer una periodización de su desenvolvimiento, que parte de la creación de grupos de autodefensas campesinas como mecanismos de protección de la propiedad privada y de seguridad de campesinos y terratenientes ante el accionar guerrillero,, proceso que sufre una metamorfosis con la aparición y el desenvolvimiento del paramilitarismo –en su interacción con el narcotráfico- y que deriva en la crisis y fragmentación de la comunidad paramilitar, la cuál se evidenció en sus conflictos internos, en la pérdida de su autonomía y en la trasformación de sus objetivos originariamente anticomunistas.

El trabajo además de indagar por el surgimiento y la evolución del fenómeno paramilitar en Colombia desde principios de los años ochenta, pone de relieve las perversas consecuencias de tipo ético, moral, político y social que el accionar del narcotráfico y del paramilitarismo trajo para la sociedad colombiana en general, y para la población juvenil en particular (la cuál empezó a ver en los capos narcos y en los jefes paras los referentes para su accionar y su consumo cultural).

En efecto, se advierte sobre la profunda descomposición social, pérdida de valores y configuración de anti-valores a la que asistió la sociedad colombiana en las últimas décadas de nuestra historia; descomposición y fragmentación que trajo consigo la pérdida de miles de vidas humanas, cerebros críticos y mentes brillantes y la naturalización de políticas del terror y la muerte. Con ello, como bien lo ilustra la carátula del libro, la sociedad colombiana le dio luz verde a la guerra y a la barbarie, despojando al respeto por la vida, la dignidad, la igualdad y la libertad, como valores supremos de la interacción, la integración y la cohesión social. Como sustitutos aparecieron triunfantes y se reforzaron las culturas del dinero fácil, del poder de las armas, de la corrupción, del clientelismo y “del matar para seguir matando y condenarnos al abismo”.

Pero no solo a nivel ético y moral se sintieron los efectos de la modernización, del narcotráfico y del paramilitarismo. A nivel económico contribuyeron al debilitamiento de las organizaciones sindicales, a la precarización de las condiciones laborales, a la pérdida de fuentes legales de trabajo y a la consolidación de proyectos económicos vinculados a la actividad inversora narcotraficante y paramilitar (compra de armas, tierras y otros inmuebles), que alimentaron no solo la concentración de la riqueza, sino que también generaron condiciones materiales y culturales para que los jóvenes vieran al narcotráfico y al paramilitarismo “buenos” como opciones laborales.

A nivel político la modernización, el trabajo conjunto y los contratos desarrollados entre propietarios de haciendas, narcotraficantes, algunos militares, gobernantes y paramilitares, según lo insinúa Otero en su libro, contribuyó a que se generara una reconfiguración del poder político en el país de la cuál las organizaciones paramilitares salieron ganadoras, pues les permitió tener una injerencia creciente en el territorio nacional y en la vida política desarrollada en él, a través del desarrollo de un proyecto nacional de las AUC. No obstante, se muestra cómo la interacción de los bloques paramilitares con el narcotráfico, terminó por minar y fracturar dicho proyecto al primar los objetivos lucrativos del tráfico de drogas y armas sobre los de la lucha antisubversiva.

El libro del profesor Otero, en última instancia, constituye un interesante trabajo de reflexión y análisis sobre una realidad que tenemos que enfrentar, pues es nuestra, en tanto afecta nuestras vidas y nuestras posibilidades. Su lectura debiera ser punto de referencia para reflexionar y discutir en torno a nuestros problemas y conflictos sociales y a partir de ello pensar una sociedad mejor, una sociedad -como lo advertía el maestro Estanislao Zuleta- “capáz de tener mejores conflictos; de reconocerlos y contenerlos; de vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos; pues solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz”.