viernes, 24 de enero de 2020

País vergonzante


Por Héctor A. Otero

A veces se deja uno confundir con expresiones de verdadero valor y decisión de nuestro pueblo, y llegamos a emocionarnos pensando que la sumisión y el conformismo están empezando a desaparecer.  Pero después de unos días de euforia, se despejan las apariencias y descubrimos un pueblo asustadizo, conformista y cobarde.  Las protestas, movilizaciones y expresiones de inconformismo se debilitan y la necesidad de volver a la rutina, a resolver el problema primario de la alimentación y el pago de las cuentas, se vuelve la razón de vivir.  De lado quedan la indignación frente a la pena de muerte que recorre el país, sin juicios ni avisos previos, caen líderes sociales y guerrilleros desmovilizados, jueces y académicos, periodistas y reclamantes de tierras.
Tampoco importa que las autoridades se burlen de las demandas populares legislando con amaños en el congreso y emitiendo normas que favorecen los intereses de los empresarios cercanos al gobierno y afectan el bolsillo de las mayorías.  Las fuentes de financiación del gobierno, se convirtieron en una solo para garantizar que los proyectos que obtengan recursos no sean los pequeños o medianos (que dispersarían los recursos en pequeñeces), sino los que representan los intereses de los grandes inversionistas y las multinacionales, que vienen a hacer su agosto, con proyectos inflados en presupuesto y técnicamente incompletos.
La corrupción galopante tampoco encuentra trabas, y por el contrario, a los parlamentarios a quienes se les han demostrado delitos, son protegidos por normas cada vez más generosas, casa por cárcel, centros recreacionales como prisión alternativa (jaulas de oro) y muchos otros beneficios, y la gente acepta este tipo de tratos. Muchos funcionarios que han recibido dádivas de los contratistas o firmado contratos con multinacionales que han incumplido sus obligaciones (Odebrecht) son tratados con consideración y respeto (A. F. Arias a. Uribito).  Debemos pagar la mala administración de las empresas de la Costa Atlántica todos los colombianos, cuando se debería llamar a responder a las empresas españolas, que malversaron los recursos de Electricaribe.
Cientos de elefantes blancos (obras sin terminar) por todo el país, como monumentos al despilfarro, la ineptitud y el descaro de los funcionarios de todos los niveles, se nos cruzan en el camino a la escuela, al trabajo o a la universidad, y preferimos ignorar lo que sucede, ya que no se puede hacer nada.  Justo lo que los corruptos quieren que pensemos, justo lo que nos debía llevar a actuar, justo lo que va seguir sucediendo si no hacemos algo.
Mientras el 70% de la población en edad de trabajar no tiene trabajo fijo, ni prestaciones, ni seguridad social, ni vivienda digna, los legisladores elevan sus salarios y los de los funcionarios de alto rango, a niveles que son 33 veces lo que gana el trabajador promedio. Tienen pasajes aéreos gratis, les pagan el celular, la gasolina de los carros,  les asignan vehículos para su transporte y hasta el de la familia, además de los escoltas.  Tienen empleados pagados por el Estado para que trabajen para ellos, oficinas dotadas y recursos para el desempeño de su labor.  Mientras tanto a los trabajadores que son contratados por orden de servicios, les toca pagar la seguridad social antes de recibir un centavo por su trabajo y deben esperar a que les paguen cuando el contratante tenga tiempo de firmar los papeles.
Como si esto fuera poco, la justicia, en la que quizá podría existir una esperanza, para que se equilibren las cargas, encontramos carteles y mafias que se encargan de demorar los trámites, de negociar las sentencias y evadir las sanciones para los grandes delincuentes.  Las fuerzas de los carteles de la justicia han llegado a tal punto, que han dejado a la Corte Suprema de Justicia al borde de la inacción, pues los intereses de las diferentes fuerzas no permiten llegar a arreglos viables que permitan el funcionamiento de la Fiscalía y del propio alto tribunal.  El sentido de servicio a la patria, está muy por debajo de los intereses individuales y de grupo. Por ahora la justicia está enredada en sus propios líos mientras el país sufre de uno de sus peores momentos en materia de inseguridad, delincuencia y desprotección al ciudadano.
Estos son solo algunas de las razones por las que habría de salir de nuevo a la calle, y pensar en la necesidad de construir un movimiento nuevo, que supere las mediocres vanguardias que hasta ahora se han constituido con un horizonte electorero y mediador.  Se requiere un cambio en especial en las estructuras de poder.  Ni el legislativo está cumpliendo su tarea a conciencia, ni el judicial tiene elementos para aplicar justicia, y el ejecutivo, que pena, pero da risa.

martes, 17 de diciembre de 2019

Modernidad líquida y explosión del descontento

Por Héctor A. Otero

Nuevas escuelas de pensamiento están tratando de interpretar el contexto en el que se desarrollan las manifestaciones de inconformidad que se registran, tanto en América Latina, como en Francia, Hong Kong y otros lugares del mundo. Todavía no existe una tendencia predominante, lo cual nos coloca en la obligación de explorar diferentes analistas, para buscar las mejores explicaciones para el despertar de sociedades enteras y entender hacia dónde se dirigen estos levantamientos populares.
El caso de Zygmunt Bauman, un sociólogo polaco y profesor de la universidad de Leeds (Inglaterra), es uno de los más interesantes enfoques para aproximarse a la forma como las sociedades se desarrollan en la actualidad.  La base de todo su trabajo es el concepto de “Modernidad Líquida”, que separa el periodo del capitalismo en dos etapas de características opuestas y bien definidas.  La primera etapa del capitalismo, en la que se construyeron las grandes industrias e instalaciones de producción en masa, es denominada por Bauman la “modernidad sólida”, debido a que durante su construcción, esta etapa del capitalismo, requirió de la capacitación masiva de operarios, la construcción de fábricas de sólidas estructuras, la fidelización de los trabajadores con las empresas que los habían calificado y que requerían de su mano de obra para poder funcionar.  La producción en masa creó instituciones sólidas que buscaban perdurar, y a la vez los trabajadores esperaban especializarse y tener toda una vida de trabajo en ellas, que les habían dado la oportunidad de trabajo, capacitación y ascenso.
Las relaciones familiares igualmente  se caracterizaban por hogares con una fuerte estabilidad, que más que novedad esperaban estabilidad, casa propia, facilidad en las labores domésticas y un entorno local inalterado, alrededor de la iglesia, los colegios, los deportes y las actividades culturales locales.  Este entorno, por lo general, le daba a la familia seguridad y era un referente de origen para los individuos así formados. La fuente de la información y el conocimiento eran las escuelas y los campus universitarios, que eran a la vez instituciones y edificaciones formales e imponentes.
El Estado, que había sido encargado por las clases dirigentes de generalizar la educación básica, de crear un sistema de salud para los trabajadores, y de estructurar una estrategia para garantizar las pensiones de  empleados en uso de buen retiro, construyó enormes entidades que debían responder por aquellas tareas necesarias para el desarrollo industrial y comercial.  Existían agencias, que recibían los ahorros de los trabajadores, con el fin de crear fondos para financiar las pensiones  y para impulsar los proyectos nuevos industriales y agrícolas. Esas instituciones recogían los pequeños aportes de los pobres, para crear fondos que administraban los políticos y burócratas profesionales, y ahí fue que se desató el desorden.  Las bien intencionadas medidas adoptadas por el Estado para compensar la desigualdad de ingresos entre empresarios y trabajadores de base, fueron modificadas y adaptadas para que los funcionarios pudieran llevarse una buena partida, después de administrar los fondos: la corrupción era la verdadera beneficiaria del manejo de esos inmensos recursos obtenidos del ahorro de miles de trabajadores en todo el país.
Los fondos de pensiones terminaron desfinanciados, las instituciones de la salud terminaron quebradas, las agencias que construían vivienda fueron estafadas y los recursos que debían servir para entregar las viviendas a los pobres terminaron en los bolsillos de los contratistas, por lo general amigos y financiadores de las campañas de los políticos.
Este cuadro de una sociedad asaltada por individuos que ponen en primer plano su propio interés y no el de los colectivos, comenzó en los años ochenta del siglo pasado a ser glorificado por teóricos económicos que consideraban que la iniciativa individual, era el principio básico de una sociedad en crecimiento.  Los colectivos, asociaciones, acciones comunales y todo tipo de grupos que defendían intereses de grupos y comunidades empezaron a ser denigrados y acusados de distorsionar lo que de manera natural sucedía en los mercados.
Las empresas estatales fueron declaradas ineficientes e incapaces de cumplir los propósitos para los que habían sido diseñadas y se propuso la privatización de todas esas actividades, y en algunos casos sencillamente eliminarlas, sobre la base de que cada individuo debía decidir su propia suerte, y que el Estado no debía sustituir la voluntad de los ciudadanos.
Aparejado con esto, se registró un gran salto tecnológico: el uso de computadores personales y de procesos robotizados empezó a generalizarse en las empresas, y la demanda de mano de obra se redujo  de manera evidente.  Las grandes masas de obreros asalariados fueron sustituidas por ingenieros y supervisores, que administraban maquinaria automatizada y grandes centros industriales. La industria automotriz y muchas otras que habían sido el eje de del proceso industrial desparecieron como tales, sustituidas por galpones que podían albergar cientos de procesos automatizados, con muchos menos trabajadores. Adicionalmente, los mercados internacionales se integraron con mayor fuerza y muchos productos que se producían localmente pasaron a ser importados.
 La movilidad de la mano de obra aumento de forma dramática, muchos trabajadores fueron licenciados y con sus liquidaciones iniciaron pequeñas microempresas, otros menos afortunados no tuvieron capital suficiente y empezaron a deambular buscando trabajo.  Las familias debieron apretarse el cinturón para poder vivir con ingresos menores a los que habían tenido, el tamaño de unidades familiares disminuyó, muchas se resquebrajaron frente a la crisis y la inestabilidad de la nueva situación.  El aumento de las madres cabeza de familia fue notorio y la edad de ingreso al mercado laboral se redujo.
La ausencia de trabajo formal, obligó a muchas personas a rebuscarse, y en ese proceso las mafias del narcotráfico, la trata de personas y de armas y los grupos ilegales encontraron oportunidades para encontrar nuevos militantes, que sin otras oportunidades, caían fácilmente en manos de la delincuencia.  Los trabajos informales apenas daban para sobrevivir y la competencia en la calle se convirtió en una guerra salvaje.
El sector financiero, entre tanto, encontró en este nuevo tsunami económico una oportunidad para desarrollar nuevos modelos para explotar las necesidades de la gente y apoderarse del escaso patrimonio que aún tenían las familias. A pesar de que la capacidad de pago de los hogares había disminuido, se dieron mañas para diseñar instrumentos financieros que permitían a los intermediarios financieros ofrecer crédito con base en hipotecas sobre sus viviendas, por cifras mucho mayores a su capacidad de pago.  El resultado fue que muchas de esas viviendas fueron rematadas y los antiguos propietarios fueron puestos de patitas en la calle
Los individuos en este nuevo entorno han perdido su trabajo, su vinculación a las empresas, sus viviendas y hasta sus familias. El sujeto estaba ahora solo, y a pesar del progreso técnico, de la diversidad de frentes de trabajo y de las facilidades que representaba la tecnología, cada vez estaba más inseguro, vivía con mayor incertidumbre y los rodeaban innumerables riesgos.
En efecto, la seguridad que daban la relación de trabajo y un ingreso regular, habían desaparecido, la familia que proveía refugio ya no estaba o se había debilitado, las prestaciones sociales que antes garantizaban salud y pensión ya no eran seguras, pues dependían de la capacidad de conseguir un empleo formal.  El pan de cada día era ahora la incertidumbre: ¿conseguiré trabajo? ¿Cuánto me durará? ¿Seré capaz de completar las semanas obligatorias para la pensión? ¿Podré pagar la hipoteca?
Los riesgos para la salud y la vida también habían aumentado: las enfermedades epidémicas, las infecciones, la contaminación de los alimentos, la calidad de las aguas y muchos otras afecciones se vuelven corrientes.  No menos importantes son los cambios globales, como el cambio climático o la destrucción de la capa de ozono, que se convierten en cada vez más serias preocupaciones y peligros inminentes.
Este contexto da paso a la modernidad líquida, aquella que se nos escapa entre los dedos.  Las certezas que se tenían antes desaparecen, y el individuo debe buscar refugio en comunidades homogéneas en las que se siente a la vez protegido y reflejado.  Estos grupos están compuestos de seres que tienen una historia y un enfoque de la vida similar al de las personas que busca refugio, y con estos congéneres empiezan a buscar barreras contra el diferente, el que no encaja en el enfoque que el grupo da por sentado.
La forma como se empiezan a relacionar los diferentes agentes sociales a estas alturas ha cambiado notablemente: las innovaciones en comunicaciones y los tiempos de desplazamiento juegan un papel importante en el cambio de mentalidad.  Bauman habla de la “compresión del tiempo y el espacio”: mientras al “otro” se le mantiene lejos, la realidad cada vez es más próxima, los sucesos de Hong Kong aparecen en as redes sociales en tiempo real, los levantamientos en Chile nos tocan de cerca.  El espacio entre los frentes de la realidad que se destacan se comprimen y podemos tener información actualizada siempre a mano.  Pero a la vez que tenemos la ventaja de la información, otros aprovechan esta misma tecnología para informarse acerca de productos, mercados y servicios a nivel global.  Estos, con un solo click pueden hacer órdenes de compra que se activan literalmente al otro lado del mundo (Wish, Amazon, Alibaba), los capitales se tornan más volátiles e inversiones en Asia pueden ser trasladadas rápidamente a otros lugares en los que la rentabilidad se presenta más conveniente.  Esa volatilidad genera a su vez nuevas incertidumbres. Cualquier click de esos puede dejar en la calle a numerosos trabajadores de a pie.  Cada vez los inversionistas están más lejos de los centros de producción, lo que hace que la mayoría de los propietarios sean ausentistas, la relación del capitalista con la localidad y con las personas que laboran en esas unidades productivas es más lejana.
En este punto el hombre es libre como nunca antes, libre de ataduras y lazos que lo limitan, ya no tiene relación con su tierra de origen, ni con su familia, ni con su formación, ni con su religión, ni con su raza, no está atado a nada, pero a la vez no tiene nada.  Su única opción es “someterse a la sociedad y seguir sus reglas”
El individuo ha dejado de ser un “homo economicus” para ser un ente consumista, la verdadera satisfacción de los hombres modernos se encuentra en adquirir, comprar, poseer productos que socialmente son deseables, no tanto por su utilidad como por su vigencia como objetos de prestigio y deseo.  Pero la dicha dura poco, tan pronto llega el comprador a casa y prende el televisor encuentra que ese producto que adquirió ya tiene un modelo más nuevo.
En la Modernidad Líquida, como vemos, todo es pasajero, fugaz, temporal e incontrolable: los trabajadores, en esta etapa del desarrollo, ni quieren durar mucho tiempo en un trabajo, ni lo lograrán si así se lo proponen, las relaciones también son poco duraderas, la búsqueda de nuevos paradigmas es permanente. Lo que nos obliga a pensar en nuevas formas de afrontar una realidad cambiante y vertiginosa.  La educación para la Modernidad Liquida no puede ser igual a la que recibieron los trabajadores que en masa abarrotaban las líneas de producción.  Hoy necesitamos una educación que le permita al individuo adaptarse a los sucesivos cambios, una educación continua, que desarrolle capacidades y habilidades que se ajusten a sus intereses y propósito, de un lado, y a las condiciones específicas de las demandas por trabajo. Debe también dotar a los estudiantes con capacidades analíticas que ayuden a diferenciar la información útil y verdadera de falsa y de la basura que se encuentra en los medios de información y en las redes.
De acuerdo con estas características el trabajo debería organizarse de forma similar, la pretensión de contar con un “trabajo para toda la vida”, perdió vigencia.  La movilidad laboral debe ser una regla, que no debe ser aprovechada para afectar los ingresos de los trabajadores.  El respeto por la libertad de escoger cuando y donde trabaja o se prepara el trabajador, debe ser una condición para diseñar mecanismos de empleo y programas de capacitación alternados, que faciliten el acceso y el retiro temporal del trabajador.  En la medida en que el desempleo friccional se reduzca se garantizará el pago continuo de los aportes a salud y pensiones, sin limitar la voluntad de desarrollo personal de los operarios.
La oferta y demanda de trabajo no deben ser dejadas al mercado, que ha probado que tiene muy poca capacidad de reflejar las vocaciones de los trabajadores y las necesidades de la sociedad.  Los ajustes deben empezar por un censo de la formación profesional que refleje los campos de trabajo preferidos, así como la ubicación de tal personal capacitado.  A partir de esa información se pueden organizar centros de trabajo complementario, en los que se aprovechen sinergias de las diferentes capacidades laborales de los interesados en participar en estos centros de capacitación y desarrollo de proyectos.
El sistema de pensiones también debería cambiar su espíritu y en lugar de tratar de mantener los niveles de ingreso de los trabajadores durante su periodo laboral, debería encontrar un promedio que se encuentre por encima del costo de la canasta familiar, sin incluir atención médica, para que a cada pensionado se le garantice un ingreso digno.  El componente de salud para pensionados debería ser parte de la atención general gratuita para todos, con especiales condiciones de acceso físico y atención preferencial.  No más a las megapensiones (incluidas las de altos funcionarios del Estado).
Muchos otros aspectos de la vida cotidiana han cambiado de forma similar y sin embargo no existe asomo de que los legisladores estén pensando en cambiar el “status quo”. El gobierno debe gobernar para el presente y no para la historia.

martes, 26 de noviembre de 2019

Dejen jugar a Colombia



Por Héctor A. Otero

La mayor convocatoria al 21N, la realizaron el gobierno y sus aliados, al pretender asustar a la gente con una manifestación violenta y caótica.  Los jóvenes que, como dicen ellos mismos, “habían ya perdido el miedo”, se decidieron a demostrar que no se iban a dejar impresionar por el terrorismo de las autoridades oficiales y los partidos que defienden al gobierno.  En una actitud valerosa e independiente, quienes han visto el desprecio del gobierno Duque por todo lo que no sea “auténticamente uribista”, se decidieron a decir, que esa gran manipulación a las mayorías, no podía continuar.  El problema no era poner de acuerdo a la gente en “porqué marchar”, sino dejar a un lado la cantidad de aspectos de la política que este gobierno había tratado a las patadas. En efecto, desde el show de la frontera y el “final de la era Maduro”, pasando por el irrespeto a los compromisos adquiridos con el proceso de paz y la incapacidad para proteger la vida de líderes sociales e indígenas, todas la actividades que encabezó el presidente Duque dejaban un sin sabor y un evidente desencanto.
La recepción de miles de hermanos venezolanos, por las autoridades colombianas, sin ser capaces de diseñar una estrategia de absorción de esa masa humana, con proyectos que correspondieran a sus necesidades y capacidades de trabajo y conocimiento, el incumplimiento de los acuerdos con los estudiantes en materia de educación, que deberían buscar la  mejora del capital humano y el potencial de trabajo de las nuevas generaciones, así como la crisis de la salud, que llevó a miles de colombianos a quedar desamparados, en materia de atención médica y servicios de salud básicos, son pasivos en la cuenta de gestión del gobierno de Uribe II.
Los colombianos, que no contamos con recomendación de los amigos de Uribe, no tenemos opciones de trabajo en el gobierno, mientras los empleos ofrecidos por el sector privado no se incrementan para satisfacer la oferta de trabajo creciente.  Quienes tampoco tienen aval político difícilmente obtienen becas, créditos o acceso a la educación, y encima reciben las burlas, de quienes desde las sillas del Congreso, les gritan que “no sean vagos”. La administración pública no es diversa, no logra compartir con quienes no reverencian al “faro iluminador” y es incapaz de  mirar más que hacia dentro (introspección), lo que los rodea es para ellos irrelevante (no saben dónde están parados).
Quienes participaron en esta gran manifestación, sabían muy bien por que protestaban, tal vez con énfasis diversos, pero todos tenían algo en común, la gestión de Duque y sus compañeros de la escuela de pensamiento uribista, ha sido sectaria, carente de objetivos comunes a la sociedad, utilitarista, cortoplacista y en extremo egoísta.  El gobierno de un país debe tener objetivos elevados y valiosos para sus ciudadanos, pero en lo que ha mostrado Duque no se encuentra nada que haga sentir a los colombianos orgullosos de quienes gobiernan los destinos de esta nación.
Somos 45 millones, mal contados, de colombianos, que ven como los dineros de la alimentación escolar se pierde en contratos amarrados a castas regionales, que todos los días vemos nuestro  patrimonio asaltado, tanto en las calles, como por instituciones oficiales y bancarias, que se apoderan del escaso ahorro que alcanza a lograr el trabajador, y además nos dicen, que Colpensiones desaparecerá, con lo que se pondrán en riesgo las pensiones de los pocos ciudadanos que hoy reciben un precario ingreso después de trabajar toda su vida.
Este país debe ser de todos, no solo de los que votaron por el NO o por Duque, debe haber país también para los más de 30 millones que no votaron o no pudieron votar.  Por eso, lo que comenzó el 21N, solo debe cesar cuando podamos volver a sacar la cara por lo que este país es capaz de hacer, pero que en la actualidad está impedido de desarrollar, porque  no lo dejan.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Escuelas de matones


Quienes se alegraron de ver las salas de atención a heridos del ejército y la policía con baja ocupación, están volviendo de un sueño que fue solo un leve respiro para las madres de los jóvenes soldados y policías.  De nuevo el país se muestra en su verdad más pura, un territorio cruzado por grupos armados de los más variados colores. Bandas de delincuentes que continúan sembrando miedo en los campos y terror en los políticos locales y líderes sociales, grupos guerrilleros en busca de fuentes de financiación para su guerra armada, paramilitares que aprovechan el caos para liquidar a quienes suponen ser sus enemigos, sin entender bien los mensajes de reconciliación que envían sus víctimas, ejércitos de sicarios y promotores de los cultivos ilícitos que se apoderan de regiones enteras para organizar la producción, comercialización y exportación de narcóticos, delincuentes comunes que se disfrazan de actores violentos para pescar en rio revuelto y beneficiarse de extorsiones y chantajes.

Una guerra multipolar en la que las víctimas mueren sin tener seguridad acerca de quién fue el que disparó el proyectil que acabó con sus vidas.  Esta guerra que estimula el deterioro moral y la autodefensa de las comunidades, propicia la familiaridad de los jóvenes con las armas y las estrategias armadas.  Son muchos los que piensan que su oportunidad, en un marco de pobreza y marginación, se encuentra en integrar los grupos armados en los que se pueden transformar de individuos aislados y despreciados, en elementos de estructuras armadas que los elevan a de su condición original a la de determinantes de su futuro.

La violencia presente en los hogares, en la escuela, en los parques y vías de los barrios, es excelente caldo de cultivo para que los jóvenes se formen en el abuso de los débiles, las mujeres, los ancianos, los niños, los más frágiles. El respeto por el otro no existe, la mujer es tan solo un instrumento para satisfacer deseos animales, los niños son atemorizados, despojados de su dignidad, vandalizados y utilizados para mostrar lo que le espera a sus compañeros si los niños los enfrentan.  Este ambiente sórdido y maligno, es en el que se levantan nuestros hijos, que  deben optar por sumarse a los victimarios o ser víctimas indefensas, a las que nadie apoya ni coloca en su legítimo lugar.  Mientras el sistema educativo no empiece a abordar los temas de valores, ética, respeto, cooperación, solidaridad, la sociedad colombiana seguirá reportando comportamientos perversos como son los de las bandas armadas ilegales que azotan al país.

Comportamientos antisociales, arbitrarios y malintencionados como los que muestran los dirigentes de las FARC, de los grupos paramilitares, del Centro Democrático y otros partidos políticos, los pastores de las iglesias evangélicas, los partidos de izquierda, los pedófilos de las diferentes iglesias, los burócratas del gobierno y los empresarios que chantajean a los jóvenes para contratarlos.

Por ahora lo que tenemos son escuelas de matones, estructuras en las que los vivos se aprovechan de los ingenuos, en los que la solidaridad se sustituye por una competencia desleal y violenta, el respeto solo lo inspiran los ricos y poderosos, pero el muchacho honesto, diligente, trabajador y decente es manipulado y convertido en rey de burlas de quienes desprecian el esfuerzo personal, pues han encontrado los atajos para conseguir lo que quieren a través del engaño, la mentira, el oportunismo y la trampa rastrera.

De uno y otro lado tenemos líderes que manipulan la información y alteran los procedimientos para beneficiarse del poder que ostentan.  Mientras la ciudadanía no se rebele contra este estilo de manipulación y desinformación, seguiremos dominados por el 60% de los votantes que no quieren perdón, ni reconciliación ni recuperación del tejido social y seguiremos enterrando a nuestros vecinos, familiares y compañeros de trabajo.

martes, 20 de agosto de 2019

La guerra contra Huawei y el futuro de la economía

Por Héctor A. Otero

La saña que muestra Trump contra Huawei, denota solo la incapacidad tecnológica del monstruo que pretende dirigir la economía y la política mundial. Los Estados Unidos de América, que en muy corto tiempo, y aprovechando los conflictos mundiales y la guerra fría, se convirtieron en lideres del capitalismo mundial, hoy sufren ante la agresividad de una economía China, que cada vez es mas ambiciosa y capaz de ocupar espacios que los nortemericanos despreciaron. Sin ir muy lejos América Latina, que fue considerado el patio trasero del gran centro finaciero que gobierna Wall Street, está siendo cooptada por las multinacionales chinas que utilizando esquemas organizativos modernos y eficientes compra productos, tierras, empresas, que le permiten ampliar su influencia en las regiones y obtener materias primas, alimentos y energía.
No es solo Huawei la que amenaza la capacidad competitiva norteamericana, sino son también poderosas empresas, algunas conocidas en Occidente y otras que operan en mercados especializados y locales. Dos grandes empresas petroleras, una de generación eléctrica y muchas otras de menor capital, pero que ya empiezan a conquistar mercados europeos, africanos y suramericanos como Xiaomi, Haier, Lenovo, Alibaba, TCL y otras, están entre las multinacionales chinas mas importantes. Ya es usual que en los anuncios de partidos de futbol de las grandes ligas aparezcan no solo propaganda de productos y empresas chinos, sino anuncios con caractéres orientales. La penetración de los mercados es un componente, pero también esta interesado el gobierno chino, en faciltar el acceso físico a mercados y por lo tanto constuye la nueva “Ruta de la Seda”, ya no en camellos y caballos sino a través de una conexión de ferrocarril que va desde el centro de China hasta Turquía.
La soberbia de una América del Norte que “quiere ser grande de nuevo”, no muestra la capacidad para competir en innovación y desarrollo tecnológico a la potencia de Oriente. La barreras arancelarias antes que estimular la competencia y el ingenio de los productores les permite mantenerse en los mercados, invirtiendo lo menos posible en investigación y desarrollo de tecnologías y productos. Eso nos lo enseñaron cuando nos hicieron eliminar la protección. Ahora la medida que trata de mantener alejados los productos chinos lo que permitirá es que los precios al interior de los Estados Unidos suban y se estimule el comercio con otros paises de la región que tienen inversiones de las multinacionales chinas y que gracias a los nuevos métodos de trabajo, copiados a las empresas capitalistas,podrán triangular las ventas de productos e insumos.
Es necesario reconocer también, que los esquemas financieros retorsidos que ha adoptado China, ofrecen peligrosos senderos para sus empresas. Las multinacionales se encuentran endeudadas y sus esquemas finacieros actuales no son muy sólidos. Sin embargo el gobierno del Partido Comunista China tiene inversiones importantes en muchos de los países capitalistas de Occidente y podría encontrar mecanismos para respaldar sus empresas, pero ocasionando graves lesiones a la economía mundial.
Las medidas que ambas potencias están implementando, sin realizar un análisis de causas y efectos, sino gobernadas por un espiritu pendenciero y retaliatorio, le darán un nuevo marco a la economía mundial, pero en la medida en que, ni los unos ni los otros, tienen objetivos claros de mediano y largo plazo, el resultado podría ser caótico y tumultuoso. Muchas de las empresas que tenían esquemas comerciales sostenidos en una economía de flujos de financiación conocidos, confiables y accesibles, encontrarán dificultades de financiación y de aprovisionamiento de productos y meterias primas. Quienes puedan adaptarse en el corto plazo sobreviviran, pero en unos mercados financieros poco transparentes y en unos mercados distorsionados y dependientes de las decisiones arbitrarias de gobiernos populistas y sin claras metas de política, serán muy pocos los que puedan pescar en rio revuelto. La mayor parte de las embarcaciones se irán a pique.y no habrá entonces recurso de recate que pueda ofrecer la banca. Estaremos en una profunda y durardera crisis.

domingo, 20 de enero de 2019

Unidad a la fuerza



Una de las características de los gobiernos de derecha, es buscar la unidad de la nación alrededor de objetivos que  distraigan la atención de la gente acerca de sus verdaderos problemas de la ciudadanía, para meterlos en un dilema que enfrente aparentes enemigos de la nación y justifique la violencia y la persecución de quienes critican las estrategias de gobierno.
Un ejemplo claro es el de Iván Duque, que empieza su gobierno atacando a Venezuela y a los campesinos cultivadores de coca.  En el propio escenario de Naciones Unidas su preocupación fue por Venezuela y el problema de la fumigación de áreas en cultivos ilícitos.  Poco se refirió en esos primeros días a una estrategia para combatir las barreras estructurales que limitan el desarrollo, la iniciativa y la creatividad de los colombianos, o para combatir la corrupción, que hace que la inversión se diluya en las manos de los políticos y los burócratas. Ni se diga de plantear alguna idea acerca de como erradicar la violencia y acabar con los asesinatos selectivos y la persecución a los lideres sociales. Su incapacidad para crear un frente político amplio se manifiesta en la inconformidad de sus propios socios de gobierno (entre otros los conservadores), que reclaman que no son consideradas sus propuestas de gobierno y menos aún son nombrados en cargos públicos sus mas destacados profesionales.  Por el contrario, sus nombramientos se imponen a la brava, acomodando hojas de vida y aceptando documentación sin reconocimiento oficial (caso de la Agencia de Desarrollo Rural).
Ahora para cerrar toda opción a negociaciones de paz se registra un atentado contra las propias instituciones, en este caso la Policía Nacional, en el cuerpo de sus más jóvenes e inocentes miembros, en el día que los estudiantes querían manifestar su inconformismo con los métodos y prácticas del ESMAD, organización adscrita a la Policía.  Este tipo de eventos violentos se antojan similares al incendio del Reichstag (Parlamento Alemán) en la Alemania pre-nazi, que se atribuyó inicialmente a un comunista holandés y derivó en una cacería de brujas contra la izquierda alemana.
En este momento el llamado de las fuerzas mas oscuras de Colombia a rodear al gobierno contra la guerrilla, resulta ser un conveniente paraguas para la persecución de la oposición al gobierno y a los líderes comunitarios que son vistos como enemigos cuando denuncian arbitrariedades, corrupción o falta de atención del Estado.  Lo que viene de acuerdo con la experiencia alemana, pero también la colombiana, que bajo el gobierno de Turbay vivió una época de represión, arbitrariedad y violencia contra las organizaciones populares, es un periodo oscuro en que las detenciones, las desapariciones y hasta ejecuciones extrajudiciales estarán a la orden del día.
Lo mas probable es que más adelante, como sucedió en Alemania, que se reconoció a los propios miembros del partido nazi como los autores del incendio de Reichstag, se descubra a los agentes de los grupos de derecha o a los propios organismos del Estado como autores intelectuales de la matanza de jóvenes e la Escuela General Santander.  La historia se repite y los colombianos que saben tanta historia como el presidente, no aprenden.
Tal como el pueblo alemán rodeo a Hitler contra los enemigos de la nación, hoy Uribe, Duque y las fuerzas que se duelen de una paz que apenas se estaba aclimatando, piden ser rodeados y respaldados para iniciar una nueva cruzada de horror contra todas las manifestaciones de oposición al gobierno e inclusive en contra de las pequeñas formas de protesta local, las organizaciones de base y los líderes comunales.  Antes que rodear al gobierno, conviene rodear a los que serán en el futuro las víctimas, que serán acusadas de terroristas, guerrilleros y apátridas.
La unidad no debe darse por razones emotivas, sino en la medida en que los objetivos que se persiguen sean los que interpretan el sentir de las mayorías.  La unidad conseguida a la fuerza, de manera oportunista y artera, no lleva sino a darle fuerza a las oscuras necesidades de respaldo de un gobierno, que no ha mostrado hasta el momento capacidad para dirigir al país por senderos de progreso justicia y paz.  La unidad debe darse en torno a planes que beneficien a las comunidades, que protejan a nuestros líderes, que mejoren la calidad de los servicios sociales (en especial salud y educación) y conduzcan a eficiencia y responsabilidad en la inversión pública. Convirtamos esta ocasión en una oportunidad de rodear a quienes de verdad nos representan: nuestros líderes sociales.

lunes, 29 de octubre de 2018

La Noche de los cristales y la sinagoga de Pittsburgh




Por Héctor A. Otero

El próximo 9 de noviembre se cumplen ochenta años de la arbitraria acción violenta de las SA de Hitler contra la comunidad judía, asonada que pretendió ser espontanea, pero que buscaba, en realidad, mostrar a un sector de la población como el causante de todos los males de la sociedad alemana.  La propaganda nazi, con el fin de fortalecerse políticamente recurrió al mecanismo de identificar a un grupo social con los problemas generales del país, para unificar a la nación y poder a través del engaño y la manipulación llevar a las masas a aceptar los vejaciones, maltratos y posterior aniquilación de sus enemigos políticos.

El mundo ignoró estas señales de lo que significaba esa violencia arbitraria y sectaria, así como las acciones de discriminación y estigmatización, lo que permitió a las huestes nazis escalar en su actividad hasta convertirla en algo corriente y cotidiano en la sociedad alemana de la época.  La aceptación de esa actividad llevó, con el tiempo a una de las peores experiencias de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial, que afectó a millones de familias, con la pérdida de seres queridos en un enfrentamiento irracional y salvaje.

La acción de un terrorista en Pittsburgh contra una sinagoga, en los pasados días, pretende presentarse como un acto aislado, llevado a cabo por un demente, despreciable, fanático y excepcional actor individual, que no debe entenderse como una tendencia o ejemplo para otros individuos de la misma orientación política.  La verdad es que, revisando la experiencia norteamericana de atentados y masacres colectivas, este evento no puede ser minimizado ni sus consecuencias subestimadas.  La fanfarria que promulga como causantes de todos los males a los inmigrantes y la histérica consigna de “Hacer a América Grande de Nuevo”, son marcos mas que propicios para nuevos actos de violencia como el de Pittsburgh.

Para muchos esta consideración puede ser una exageración (son solo 11 muertos, en Alemania fueron según estimaciones 91), pero es preferible estar prevenido, que después ver a los violentos apoderarse de las calles y tratar a los contrarios de manera agresiva.  La aceptación de las cosas que se van volviendo corrientes, terminan por imponerse, y la costumbre va legitimando actos que en un momento pudieron ser considerados despreciables.  La gente termina por acostumbrarse a ver ciertas noticias acerca del aumento en la violencia, discriminación o arbitrariedad.

La mayoría de los movimientos de extrema derecha buscan enemigos fáciles de identificar, a los que se pueda culpar de los males que la sociedad padece.  Los judíos fueron en la Alemania nazi, los europeos para la Inglaterra de Theresa May, los inmigrantes para los EEUU de Trump y seguramente los negros en el Brasil de Bolsonaro.

Colombia no está aislada y las tendencias mundiales también se van apuntalando en nuestro país: la insistencia de Duque en convertir a Maduro en un enemigo de su gobierno, y a quienes no se someten a los designios de su política en justificadas víctimas de la “mano dura”, va conformando un sustrato para justificar agresiones y arbitrariedades.  Las desatendidas exigencias de los líderes sociales para que se respeten sus actividades y sus vidas, dan cuenta de que hasta el momento para el nuevo gobierno en la Casa de Nariño, no le preocupa lo que sucede en la periferia del país.  Por el contrario, se busca enfrentar a indígenas contra sus similares, aislar a las organizaciones sociales, desconocer los líderes y las asociaciones de campesinos, violar los acuerdos de erradicación y sustitución de cultivos, para optar por soluciones que radicalicen y propicien los enfrentamientos entre autoridades y la comunidad.  Esto si que es jugar con fuego.  Este escenario recuerda los movimientos de campesinos en el sur del Meta y el Guaviare en el año 1997, en los que las comunidades abandonadas del Estado recurrieron al cultivo de la coca, como una opción viable de sobrevivencia en medio del abandono.  Las manifestaciones en contra de la fumigación se generalizaron y la única forma de detenerlas fue con una masacre: Mapiripán.

Confiemos en que ni en Norte América ni en Colombia se desconozcan las experiencias terribles del pasado reciente.  Es imprescindible y obligatoria la vigilancia sobre estos hechos, que pueden llevar al país a repetir una experiencia desastrosa.