lunes, 31 de octubre de 2016

Víctimas para arriba y para abajo


Por Héctor Alfonso Otero Moreno
La demagogia alrededor de las víctimas del conflicto, va de manera gradual saturando a la población y dejando atrás un mal sabor, que saca a relucir la falta de interés de los políticos de todas las orientaciones y los funcionarios del gobierno por reconstruir y darle una nueva cara al país.  Los gestos de contrición verdadera y de perdón efectivo, salen a relucir a cada paso y la intransigencia sigue siendo la moneda de cambio de las discusiones acerca del Acuerdo de Paz.
¿Por qué no decir la verdad acerca de las posibilidades de reconstitución del tejido social?  La tarea es descomunal y en ningún caso depende solo de desarrollar el campo o de abrirle posibilidades de participación a nuevos sectores políticos (que lo más probable es que terminen actuando exactamente como los actuales “padres de la patria”).  Es un cambio sustancial en la forma de trabajar la cotidianeidad en un mundo globalizado.  Se dice fácil, pero la verdad es muy complejo.  ¿Cuál será el papel de las comunidades locales, de las organizaciones populares y de los grupos de productores dispersos?  De acuerdo con los acuerdos las organizaciones comunitarias y la economía solidaria deben privilegiarse, el Consejero para el posconflicto ha afirmado que las juntas comunales jugarán un papel primordial en la reconstrucción de las economías locales.  Sin embargo, después de un prolongado conflicto que sembró desconfianza en todas las organizaciones comunitarias  que no estuvieran dominadas por los combatientes, y convirtió en agentes de guerra a las que se identificaron con ellos, la situación de las organizaciones populares es muy precaria en el país.
¿Seguiremos con una política de víctimas que promueve más la mendicidad que la autogestión? La opción para quienes han pasado por el sufrimiento de la pérdida de sus seres queridos, de tener que recoger sus pocos trastos para salir corriendo, de rescatar a sus mujeres del abuso de sus captores, de buscar a sus hijos involucrados en una guerra que no eran capaces de entender, es recibir un cheque, un albergue o una capacitación superficial y a todas luces inapropiada.  Estos mecanismos siguen generando dependencia económica y emocional, generan división al interior de las comunidades, premian al gestor local y no alivian a las verdaderas víctimas, que siguen buscando su lugar en un país que les ha dado la espalda.
¿Retorno y restitución de tierras? Qué garantías puede tener una víctima, acerca de que los victimarios, que nunca fueron derrotados (ni unos, ni otros) y ahora andan libres y son poderosos señores, no seguirán discriminándolos, señalándolos y atormentándolos de mil maneras. ¿Ya ha cambiado tanto el país como para haberlo olvidado todo?  No siempre las víctimas buscan la verdad, la recordación de hechos atroces y vergonzosos, no es para nada algo que se quiera rememorar y mucho menos frente a desconocidos.  La experiencia dolorosa y realizada con la sevicia de unos combatientes sin misericordia y que conscientemente hieren donde más duele, no se quiere revivir, repetirla, así sea oralmente, con frecuencia es revictimizar a quienes ya han sufrido más allá de lo imaginable.

La única gestión viable, en el manejo de víctimas,. es un programa nacional que se base en reconstruir la dignidad y recuperar la seguridad de los entornos en que viven las personas desplazadas, aquellas que desean regresar o las que quieren reubicarse.  Debemos reconocer en primer lugar la heterogeneidad de quienes han sido afectados por el conflicto, identificar sus falencias y sus capacidades,  explorar sus preferencias en materia de ubicación física y propósitos vitales, establecer sus necesidades capitales y encontrar los obstáculos para poder superar la falta de pertenencia en cada caso.  Solo con una atención que tenga en consideración estas variables permitirá realmente reconstituir el tejido social desde la base y darle vida a las localidades más azotadas por la violencia 

martes, 25 de octubre de 2016

Los enjambres y la incertidumbre política.


Por Hector Alfonso Otero Moreno
El comportamiento de la opinión pública colombiana, en un momento tan importante para la sociedad, como éste, en el que se debe decidir acerca de la senda y los métodos que se deberán aplicar a la resolución de conflictos en el futuro, recuerda el comportamiento de los enjambres sociales, que describe Zygmunt Bauman en su libro “Mundo Consumo”.  En efecto, los rumbos, los giros, las figuras y las tendencias que toman los individuos en la sociedad colombiana están menos marcados por conceptos e ideas claras acerca del futuro del país, que por “temas relevantes diferentes y siempre cambiantes, y atraídos por objetivos o blancos variables y en movimiento”.
Tan pronto surgen fuerzas vitales que exigen “la paz ya!”, como aparecen exigencias de “no a la impunidad”, ya se manifiesta la población  contra las FARC, o salen a la calle muchedumbres para que cese la guerra, se busca deslegitimar a ciertos negociadores y al final se pretende ser parte del equipo en La Habana,  se exige transparencia, pero se negocia a puerta cerrada y en secreto.  Dice Bauman: “la seductora fuerza de atracción que ejercen los objetivos cambiantes es, como regla, suficiente para coordinar los movimientos del enjambre”.  Lo cierto, es que esta incertidumbre y la incapacidad de predecir los comportamientos de la opinión colombiana, ni siquiera en el corto plazo, son materia que debería suscitar la reflexión de quienes guían la opinión pública
Los nuevos y viejos medios de comunicación deberían cuestionarse acerca de su poder y su efectividad.  Las redes sociales han demostrado ser poderosos medios para movilizar gente, no solo en nuestro país, sino también en lejanos territorios.  La “Primavera árabe” fue una experiencia inolvidable, que generó ilusiones y promesas, pero que al final se convirtió en un espejismo que no logró llevar a los países que se embarcaron en ella a buen puerto.  Las aventuras de “Ocuppy Wall Street”, “Democracia real, y otras acciones de jóvenes intelectuales y activistas reformadores, quedaron en registros históricos y referentes de movilización, pero sus resultados efectivos, fueron menos que notables.
La diferencia es que Colombia no se puede dar el lujo de fracasar en su empeño de construir un camino de paz y reconciliación, Estos grupos de soñadores fracasaron y el resultado fue que todo siguió igual o peor. En este país necesitamos cambiar la forma como se ha hecho política y se ha gobernado, así solo sea para que no allá más muertes, no para que sea un Estado justo, porque sabemos que de eso aún estamos muy distantes.  Pero, necesitamos entender el comportamiento de los enjambres.  Bauman señala que “En el caso de los seres humanos (unidades que sienten y piensan), el confort de enjambrar radica en la seguridad que les proporciona el número; la creencia de que la dirección de la acción debe de haber sido adecuadamente elegida cuando un número tan impresionantemente elevado de personas la están siguiendo”.
Por ello es importante que en este momento no se bajen las banderas, ni se acepten los alegatos, vengan de donde vinieren, acerca de “perfeccionar” los acuerdos.  Sabemos que son imperfectos y sabemos que tienen vacíos, pero lo importante es que se entienda el espíritu del documento.  No importa, si no se dice que le pasa a un guerrillero que va camino a un área de concentración, el espíritu es claro: hay que facilitarle la entrega de las armas.  Todo lo que conduzca a la paz, debe ser rodeado de condiciones para que aporte al proceso, así no este claramente especificado en los acuerdos.  Todos entendemos el espíritu: vamos a respetar a todos y cada uno de los colombianos y de los residentes y visitante de este país, partimos de la buena fe (que en ciertas ocasiones los enemigos de la paz invocan para sus intereses).  Dejemos atrás las leguleyadas, vengan de donde vengan, del Fuscal, del exprocurador, del expreidente o del excandidato.  La vida de los millones de colombianos que de manera directa o indirecta sufrimos la guerra es más importante que los cargos que ellos ostentan u ostentaron.
Hagamos que los enjambres aterricen.

(Los resaltados son citas del libro de Bauman “Mundo Consumo”)

lunes, 3 de octubre de 2016

Lo dicen los resultados electorales

Por Héctor Alfonso Otero Moreno

A veintidós millones de colombianos no les importa si hay guerra o no, si hay perdón u olvido, si se castiga o no a los violentos, si los niños del Chocó, del Guaviare o del Cauca se encuentran en medio del fuego.  Solo 6 millones y medio estaban dispuestos a pasar por encima de los terribles delitos de las FARC, para que la sociedad dejara de pagar los costos de la guerra, en términos de vidas de jóvenes, inseguridad en los campos e incertidumbre para la economía y la estabilidad social.  Otros seis millones y medio consideraban demasiado perdonar los delitos de la guerra y prefirieron el salto al vacío de continuar una negociación, sin saber si era viable tal proceso, sin tener certezas sobre el futuro del país y sin garantía de que el fuego de las armas se suspenda.
Definitivamente, esta es una sociedad indiferente: los esfuerzos por acabar con las manifestaciones de solidaridad entre los colombianos han dado sus frutos, todas las organizaciones populares y comunitarias han sido debilitadas y se ha creado una profunda desconfianza en el otro, en el vecino, en el colega, en el amigo.  El individualismo se ha ganado el corazón de la mayoría de los ciudadanos de este país, que si no ven réditos, preferiblemente monetarios, no se movilizan por nada.  Los propósitos altruistas y generosos, son tan solo una ridícula pretensión demagógica, que en el inconsciente debe estar también vinculada a un interés económico.  La sinceridad y la honestidad son comportamientos que solo conducen a que otros se aprovechen de quienes pretenden despojarse de unos intereses que solo pueden abandonarse si uno está loco.
Desde los años ochenta, a los jóvenes se los ha enseñado a “no dejarse”, a luchar por sobre todo, por tus propios intereses, sin darle oportunidad a sus iguales de aprovechar el esfuerzo individual que realizan.  “No dar papaya” es la consigna que predomina en una sociedad, en la que trabajar por lo social, por lo comunitario representa estar fuera de contexto, es desperdiciar las capacidades y los potenciales.  Lo importante, hemos dicho y hemos promovido, es diferenciarte, alejarte de quien pueda pretender aprovecharse de ti.  Sería lamentable que tu amigo, tu colega, tu par pase por encima aprovechando los eslabones que le has ayudado a subir.  Eso demuestra tu ingenuidad, tu falta de visión, tu falta de ser capaz de valorarte.  Si actúas de esa manera tú mismo eres el culpable de tu desgracia “¿quién le manda?”.

Los modelos a seguir son los mismos que han construido una nación de vivos, aquellos que la hacen y no pagan, los que se aprovechan del erario público, los que utilizan a los débiles para pasar por encima de todos, los que han impuesto un sistema de privilegios basado en puertas giratorias: favores van y favores vienen, los que arrojan la piedra y esconden la mano, los que sirven de áulicos de los poderosos, pero son capaces de traicionar por una buena recompensa.
Simplemente a veintidós millones de colombianos no les importa, que ésta sea la sociedad que nos gobierne, y en la cual van a crecer sus hijos, seguramente ya los están educando con los parámetros que les permitirán el éxito, en una sociedad que por estar pensando en la viveza y la avionada, no produce, no genera riqueza, no innova, no mira hacia adelante, sino se regodea con la última “tumbada” que le pegó al vecino, al tendero, al anciano, al muchachito.

La mala noticia, es que la economía cada vez crea menos valor, y así formemos a nuestros hijos para ser los vivos, cada vez va a haber menos para todos, cada vez la puja de los vivos va a ser más sucia, va a ser más cruel, más despiadada.  Y de esa forma nuestros hijos serán también más despiadados, más insensibles, más oportunistas y la sociedad colombiana será más aún una torre de babel, en la que nadie oye, nadie escucha y nadie se preocupa por el otro.
¿Será esta la sociedad que está buscando la mayoría?