Por Héctor A. Otero
La saña que muestra Trump contra
Huawei, denota solo la incapacidad tecnológica del monstruo que
pretende dirigir la economía y la política mundial. Los Estados
Unidos de América, que en muy corto tiempo, y aprovechando los
conflictos mundiales y la guerra fría, se convirtieron en lideres
del capitalismo mundial, hoy sufren ante la agresividad de una
economía China, que cada vez es mas ambiciosa y capaz de ocupar
espacios que los nortemericanos despreciaron. Sin ir muy lejos
América Latina, que fue considerado el patio trasero del gran centro
finaciero que gobierna Wall Street, está siendo cooptada por las
multinacionales chinas que utilizando esquemas organizativos modernos
y eficientes compra productos, tierras, empresas, que le permiten
ampliar su influencia en las regiones y obtener materias primas,
alimentos y energía.
No es solo Huawei la que amenaza la
capacidad competitiva norteamericana, sino son también poderosas
empresas, algunas conocidas en Occidente y otras que operan en
mercados especializados y locales. Dos grandes empresas petroleras,
una de generación eléctrica y muchas otras de menor capital, pero
que ya empiezan a conquistar mercados europeos, africanos y
suramericanos como Xiaomi, Haier, Lenovo, Alibaba, TCL y otras, están
entre las multinacionales chinas mas importantes. Ya es usual que en
los anuncios de partidos de futbol de las grandes ligas aparezcan no
solo propaganda de productos y empresas chinos, sino anuncios con
caractéres orientales. La penetración de los mercados es un
componente, pero también esta interesado el gobierno chino, en
faciltar el acceso físico a mercados y por lo tanto constuye la
nueva “Ruta de la Seda”, ya no en camellos y caballos sino a
través de una conexión de ferrocarril que va desde el centro de
China hasta Turquía.
La soberbia de una América del Norte
que “quiere ser grande de nuevo”, no muestra la capacidad
para competir en innovación y desarrollo tecnológico a la potencia
de Oriente. La barreras arancelarias antes que estimular la
competencia y el ingenio de los productores les permite mantenerse en
los mercados, invirtiendo lo menos posible en investigación y
desarrollo de tecnologías y productos. Eso nos lo enseñaron cuando
nos hicieron eliminar la protección. Ahora la medida que trata de
mantener alejados los productos chinos lo que permitirá es que los
precios al interior de los Estados Unidos suban y se estimule el
comercio con otros paises de la región que tienen inversiones de las
multinacionales chinas y que gracias a los nuevos métodos de
trabajo, copiados a las empresas capitalistas,podrán triangular las
ventas de productos e insumos.
Es necesario reconocer también, que
los esquemas financieros retorsidos que ha adoptado China, ofrecen
peligrosos senderos para sus empresas. Las multinacionales
se encuentran endeudadas y sus esquemas finacieros actuales no son
muy sólidos. Sin embargo el gobierno del Partido Comunista China
tiene inversiones importantes en muchos de los países capitalistas
de Occidente y podría encontrar mecanismos para respaldar sus
empresas, pero ocasionando graves lesiones a la economía mundial.
Las medidas que ambas potencias están
implementando, sin realizar un análisis de causas y efectos, sino
gobernadas por un espiritu pendenciero y retaliatorio, le darán un
nuevo marco a la economía mundial, pero en la medida en que, ni los
unos ni los otros, tienen objetivos claros de mediano y largo plazo,
el resultado podría ser caótico y tumultuoso. Muchas de las
empresas que tenían esquemas comerciales sostenidos en una economía de flujos de financiación conocidos, confiables y accesibles,
encontrarán dificultades de financiación y de aprovisionamiento de
productos y meterias primas. Quienes puedan adaptarse en el corto
plazo sobreviviran, pero en unos mercados financieros poco
transparentes y en unos mercados distorsionados y dependientes de las
decisiones arbitrarias de gobiernos populistas y sin claras metas de
política, serán muy pocos los que puedan pescar en rio revuelto. La
mayor parte de las embarcaciones se irán a pique.y no habrá
entonces recurso de recate que pueda ofrecer la banca. Estaremos en
una profunda y durardera crisis.