lunes, 25 de mayo de 2009

¿Cuál es la verdadera crisis?

El fracaso de las grandes automotrices, aseguradoras y entidades bancarias se ha vivido en el mundo occidental como una gran crisis, que no solo pone en peligro las recientes doctrinas económicas, que se habían atribuido la infalibilidad, sino que han puesto a pensar al mundo en función de, cómo sacar a los grandes defraudadores de los negocios a nivel mundial de su quiebra y su pérdida de credibilidad. Miles de millones de dólares se han destinado a lanzarles salvavidas y a darles aire a empresas y agencias, que han mostrado a las claras que actuaron, si no con premeditación, si con irresponsabilidad.
Los impuestos y el endeudamiento que esta crisis generaran los habrán de pagar los ciudadanos, en especial de los países desarrollados, los mismos que han visto aumentar la contaminación en sus patios traseros, en sus ríos, en sus alimentos y en el aire que respiran. El cambio climático amenaza de manera clara con acentuar las desgracias naturales, generar nuevos tipos de riesgos sobre los habitantes de regiones litorales, inducir cambios en el régimen de lluvias y periodos secos, y otras alteraciones menores que empezarán por afectar a los más desprotegidos. La estructura de la producción y distribución de los alimentos mantiene en condiciones de desnutrición a 800 millones de seres humanos y alrededor de 25.000 niños mueren por afecciones relacionadas con la malnutrición a diario, a pesar de que hay superproducción de alimentos en muchos lugares del mundo desarrollado.
La gripe porcina le recordó hace unos días no solo a México, sino también a países tan alejados del lugar de origen de la pandemia como China y Japón, que la velocidad con que se propagan hoy en día los virus y la facilidad con que vectores pueden trasladar epidemias de un lado a otro, dejan poco lugar para esconderse. Los seres vivos estamos sujetos a numerosos riesgos, que no solo incluyen las enfermedades de transmisión directa, sino también los peligros asociados con materiales y sustancias que pueden venir en mercancías, vehículos, alimentos, bebidas o equipos de uso doméstico. Todavía estamos lejos de procesar de manera sistemática y segura subproductos químicos, tóxicos y corrosivos y sin embargo las industrias, que han regado esas mercancías por el mundo, sin prever tratamientos adecuados, estarán recibiendo su tajada en esta nueva etapa de repartición del presupuesto público.
Las nuevas tendencias en el mercado de hidrocarburos y los expertos en el tema están lanzando una alarma, pues los recursos de combustibles fósiles existentes llegarán en el curso de menos de quince años a su máximo de extracción, lo que implica que de ahí en adelante la oferta de estos energéticos empezará a descender, mientras las necesidades de las nuevas economías emergentes y la creciente población mundial siguen en aumento.
Los esfuerzos por reducir los efectos de las guerras, el tráfico de armas y seres humanos son limitados y las garantías de salvaguardia de la vida para muchos individuos solo aparecen en el papel. Hoy existen más de 31 millones de desplazados en diferentes países del mundo. El tráfico de inmigrantes ilegales hacia los países desarrollados, con riesgos de muerte para los migrantes, sigue en aumento y el número de niñ@s, mujeres jóvenes y trabajadores de diferentes actividades cuyos derechos son violados de manera abusiva y cruel, siendo obligados a realizar labores muchas veces ilegales, se mantiene en todas las regiones del orbe.
Este rápido y superficial recuento de diferentes crisis, no es exhaustivo, pero permite apreciar algunos de los múltiples retos que tiene la humanidad en la actualidad, y debería llamar a la reflexión acerca de los esfuerzos humanos y económicos que los países que más han logrado acumular, han dedicado a rescatar al sector financiero, que una de las importantes cualidades que debiera poseer es la de identificar el tipo de flujos y adecuar el ahorro disponible para encausar dichos recursos a los proyectos que más los necesitan y que generan un beneficio social máximo. Las necesidades de la sociedad de este primero lustro del segundo milenio son muchas y las prioridades deberían reformularse, ojalá colectivamente y no con vetos y posiciones preferenciales.

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