martes, 26 de noviembre de 2019

Dejen jugar a Colombia



Por Héctor A. Otero

La mayor convocatoria al 21N, la realizaron el gobierno y sus aliados, al pretender asustar a la gente con una manifestación violenta y caótica.  Los jóvenes que, como dicen ellos mismos, “habían ya perdido el miedo”, se decidieron a demostrar que no se iban a dejar impresionar por el terrorismo de las autoridades oficiales y los partidos que defienden al gobierno.  En una actitud valerosa e independiente, quienes han visto el desprecio del gobierno Duque por todo lo que no sea “auténticamente uribista”, se decidieron a decir, que esa gran manipulación a las mayorías, no podía continuar.  El problema no era poner de acuerdo a la gente en “porqué marchar”, sino dejar a un lado la cantidad de aspectos de la política que este gobierno había tratado a las patadas. En efecto, desde el show de la frontera y el “final de la era Maduro”, pasando por el irrespeto a los compromisos adquiridos con el proceso de paz y la incapacidad para proteger la vida de líderes sociales e indígenas, todas la actividades que encabezó el presidente Duque dejaban un sin sabor y un evidente desencanto.
La recepción de miles de hermanos venezolanos, por las autoridades colombianas, sin ser capaces de diseñar una estrategia de absorción de esa masa humana, con proyectos que correspondieran a sus necesidades y capacidades de trabajo y conocimiento, el incumplimiento de los acuerdos con los estudiantes en materia de educación, que deberían buscar la  mejora del capital humano y el potencial de trabajo de las nuevas generaciones, así como la crisis de la salud, que llevó a miles de colombianos a quedar desamparados, en materia de atención médica y servicios de salud básicos, son pasivos en la cuenta de gestión del gobierno de Uribe II.
Los colombianos, que no contamos con recomendación de los amigos de Uribe, no tenemos opciones de trabajo en el gobierno, mientras los empleos ofrecidos por el sector privado no se incrementan para satisfacer la oferta de trabajo creciente.  Quienes tampoco tienen aval político difícilmente obtienen becas, créditos o acceso a la educación, y encima reciben las burlas, de quienes desde las sillas del Congreso, les gritan que “no sean vagos”. La administración pública no es diversa, no logra compartir con quienes no reverencian al “faro iluminador” y es incapaz de  mirar más que hacia dentro (introspección), lo que los rodea es para ellos irrelevante (no saben dónde están parados).
Quienes participaron en esta gran manifestación, sabían muy bien por que protestaban, tal vez con énfasis diversos, pero todos tenían algo en común, la gestión de Duque y sus compañeros de la escuela de pensamiento uribista, ha sido sectaria, carente de objetivos comunes a la sociedad, utilitarista, cortoplacista y en extremo egoísta.  El gobierno de un país debe tener objetivos elevados y valiosos para sus ciudadanos, pero en lo que ha mostrado Duque no se encuentra nada que haga sentir a los colombianos orgullosos de quienes gobiernan los destinos de esta nación.
Somos 45 millones, mal contados, de colombianos, que ven como los dineros de la alimentación escolar se pierde en contratos amarrados a castas regionales, que todos los días vemos nuestro  patrimonio asaltado, tanto en las calles, como por instituciones oficiales y bancarias, que se apoderan del escaso ahorro que alcanza a lograr el trabajador, y además nos dicen, que Colpensiones desaparecerá, con lo que se pondrán en riesgo las pensiones de los pocos ciudadanos que hoy reciben un precario ingreso después de trabajar toda su vida.
Este país debe ser de todos, no solo de los que votaron por el NO o por Duque, debe haber país también para los más de 30 millones que no votaron o no pudieron votar.  Por eso, lo que comenzó el 21N, solo debe cesar cuando podamos volver a sacar la cara por lo que este país es capaz de hacer, pero que en la actualidad está impedido de desarrollar, porque  no lo dejan.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Escuelas de matones


Quienes se alegraron de ver las salas de atención a heridos del ejército y la policía con baja ocupación, están volviendo de un sueño que fue solo un leve respiro para las madres de los jóvenes soldados y policías.  De nuevo el país se muestra en su verdad más pura, un territorio cruzado por grupos armados de los más variados colores. Bandas de delincuentes que continúan sembrando miedo en los campos y terror en los políticos locales y líderes sociales, grupos guerrilleros en busca de fuentes de financiación para su guerra armada, paramilitares que aprovechan el caos para liquidar a quienes suponen ser sus enemigos, sin entender bien los mensajes de reconciliación que envían sus víctimas, ejércitos de sicarios y promotores de los cultivos ilícitos que se apoderan de regiones enteras para organizar la producción, comercialización y exportación de narcóticos, delincuentes comunes que se disfrazan de actores violentos para pescar en rio revuelto y beneficiarse de extorsiones y chantajes.

Una guerra multipolar en la que las víctimas mueren sin tener seguridad acerca de quién fue el que disparó el proyectil que acabó con sus vidas.  Esta guerra que estimula el deterioro moral y la autodefensa de las comunidades, propicia la familiaridad de los jóvenes con las armas y las estrategias armadas.  Son muchos los que piensan que su oportunidad, en un marco de pobreza y marginación, se encuentra en integrar los grupos armados en los que se pueden transformar de individuos aislados y despreciados, en elementos de estructuras armadas que los elevan a de su condición original a la de determinantes de su futuro.

La violencia presente en los hogares, en la escuela, en los parques y vías de los barrios, es excelente caldo de cultivo para que los jóvenes se formen en el abuso de los débiles, las mujeres, los ancianos, los niños, los más frágiles. El respeto por el otro no existe, la mujer es tan solo un instrumento para satisfacer deseos animales, los niños son atemorizados, despojados de su dignidad, vandalizados y utilizados para mostrar lo que le espera a sus compañeros si los niños los enfrentan.  Este ambiente sórdido y maligno, es en el que se levantan nuestros hijos, que  deben optar por sumarse a los victimarios o ser víctimas indefensas, a las que nadie apoya ni coloca en su legítimo lugar.  Mientras el sistema educativo no empiece a abordar los temas de valores, ética, respeto, cooperación, solidaridad, la sociedad colombiana seguirá reportando comportamientos perversos como son los de las bandas armadas ilegales que azotan al país.

Comportamientos antisociales, arbitrarios y malintencionados como los que muestran los dirigentes de las FARC, de los grupos paramilitares, del Centro Democrático y otros partidos políticos, los pastores de las iglesias evangélicas, los partidos de izquierda, los pedófilos de las diferentes iglesias, los burócratas del gobierno y los empresarios que chantajean a los jóvenes para contratarlos.

Por ahora lo que tenemos son escuelas de matones, estructuras en las que los vivos se aprovechan de los ingenuos, en los que la solidaridad se sustituye por una competencia desleal y violenta, el respeto solo lo inspiran los ricos y poderosos, pero el muchacho honesto, diligente, trabajador y decente es manipulado y convertido en rey de burlas de quienes desprecian el esfuerzo personal, pues han encontrado los atajos para conseguir lo que quieren a través del engaño, la mentira, el oportunismo y la trampa rastrera.

De uno y otro lado tenemos líderes que manipulan la información y alteran los procedimientos para beneficiarse del poder que ostentan.  Mientras la ciudadanía no se rebele contra este estilo de manipulación y desinformación, seguiremos dominados por el 60% de los votantes que no quieren perdón, ni reconciliación ni recuperación del tejido social y seguiremos enterrando a nuestros vecinos, familiares y compañeros de trabajo.

martes, 20 de agosto de 2019

La guerra contra Huawei y el futuro de la economía

Por Héctor A. Otero

La saña que muestra Trump contra Huawei, denota solo la incapacidad tecnológica del monstruo que pretende dirigir la economía y la política mundial. Los Estados Unidos de América, que en muy corto tiempo, y aprovechando los conflictos mundiales y la guerra fría, se convirtieron en lideres del capitalismo mundial, hoy sufren ante la agresividad de una economía China, que cada vez es mas ambiciosa y capaz de ocupar espacios que los nortemericanos despreciaron. Sin ir muy lejos América Latina, que fue considerado el patio trasero del gran centro finaciero que gobierna Wall Street, está siendo cooptada por las multinacionales chinas que utilizando esquemas organizativos modernos y eficientes compra productos, tierras, empresas, que le permiten ampliar su influencia en las regiones y obtener materias primas, alimentos y energía.
No es solo Huawei la que amenaza la capacidad competitiva norteamericana, sino son también poderosas empresas, algunas conocidas en Occidente y otras que operan en mercados especializados y locales. Dos grandes empresas petroleras, una de generación eléctrica y muchas otras de menor capital, pero que ya empiezan a conquistar mercados europeos, africanos y suramericanos como Xiaomi, Haier, Lenovo, Alibaba, TCL y otras, están entre las multinacionales chinas mas importantes. Ya es usual que en los anuncios de partidos de futbol de las grandes ligas aparezcan no solo propaganda de productos y empresas chinos, sino anuncios con caractéres orientales. La penetración de los mercados es un componente, pero también esta interesado el gobierno chino, en faciltar el acceso físico a mercados y por lo tanto constuye la nueva “Ruta de la Seda”, ya no en camellos y caballos sino a través de una conexión de ferrocarril que va desde el centro de China hasta Turquía.
La soberbia de una América del Norte que “quiere ser grande de nuevo”, no muestra la capacidad para competir en innovación y desarrollo tecnológico a la potencia de Oriente. La barreras arancelarias antes que estimular la competencia y el ingenio de los productores les permite mantenerse en los mercados, invirtiendo lo menos posible en investigación y desarrollo de tecnologías y productos. Eso nos lo enseñaron cuando nos hicieron eliminar la protección. Ahora la medida que trata de mantener alejados los productos chinos lo que permitirá es que los precios al interior de los Estados Unidos suban y se estimule el comercio con otros paises de la región que tienen inversiones de las multinacionales chinas y que gracias a los nuevos métodos de trabajo, copiados a las empresas capitalistas,podrán triangular las ventas de productos e insumos.
Es necesario reconocer también, que los esquemas financieros retorsidos que ha adoptado China, ofrecen peligrosos senderos para sus empresas. Las multinacionales se encuentran endeudadas y sus esquemas finacieros actuales no son muy sólidos. Sin embargo el gobierno del Partido Comunista China tiene inversiones importantes en muchos de los países capitalistas de Occidente y podría encontrar mecanismos para respaldar sus empresas, pero ocasionando graves lesiones a la economía mundial.
Las medidas que ambas potencias están implementando, sin realizar un análisis de causas y efectos, sino gobernadas por un espiritu pendenciero y retaliatorio, le darán un nuevo marco a la economía mundial, pero en la medida en que, ni los unos ni los otros, tienen objetivos claros de mediano y largo plazo, el resultado podría ser caótico y tumultuoso. Muchas de las empresas que tenían esquemas comerciales sostenidos en una economía de flujos de financiación conocidos, confiables y accesibles, encontrarán dificultades de financiación y de aprovisionamiento de productos y meterias primas. Quienes puedan adaptarse en el corto plazo sobreviviran, pero en unos mercados financieros poco transparentes y en unos mercados distorsionados y dependientes de las decisiones arbitrarias de gobiernos populistas y sin claras metas de política, serán muy pocos los que puedan pescar en rio revuelto. La mayor parte de las embarcaciones se irán a pique.y no habrá entonces recurso de recate que pueda ofrecer la banca. Estaremos en una profunda y durardera crisis.

domingo, 20 de enero de 2019

Unidad a la fuerza



Una de las características de los gobiernos de derecha, es buscar la unidad de la nación alrededor de objetivos que  distraigan la atención de la gente acerca de sus verdaderos problemas de la ciudadanía, para meterlos en un dilema que enfrente aparentes enemigos de la nación y justifique la violencia y la persecución de quienes critican las estrategias de gobierno.
Un ejemplo claro es el de Iván Duque, que empieza su gobierno atacando a Venezuela y a los campesinos cultivadores de coca.  En el propio escenario de Naciones Unidas su preocupación fue por Venezuela y el problema de la fumigación de áreas en cultivos ilícitos.  Poco se refirió en esos primeros días a una estrategia para combatir las barreras estructurales que limitan el desarrollo, la iniciativa y la creatividad de los colombianos, o para combatir la corrupción, que hace que la inversión se diluya en las manos de los políticos y los burócratas. Ni se diga de plantear alguna idea acerca de como erradicar la violencia y acabar con los asesinatos selectivos y la persecución a los lideres sociales. Su incapacidad para crear un frente político amplio se manifiesta en la inconformidad de sus propios socios de gobierno (entre otros los conservadores), que reclaman que no son consideradas sus propuestas de gobierno y menos aún son nombrados en cargos públicos sus mas destacados profesionales.  Por el contrario, sus nombramientos se imponen a la brava, acomodando hojas de vida y aceptando documentación sin reconocimiento oficial (caso de la Agencia de Desarrollo Rural).
Ahora para cerrar toda opción a negociaciones de paz se registra un atentado contra las propias instituciones, en este caso la Policía Nacional, en el cuerpo de sus más jóvenes e inocentes miembros, en el día que los estudiantes querían manifestar su inconformismo con los métodos y prácticas del ESMAD, organización adscrita a la Policía.  Este tipo de eventos violentos se antojan similares al incendio del Reichstag (Parlamento Alemán) en la Alemania pre-nazi, que se atribuyó inicialmente a un comunista holandés y derivó en una cacería de brujas contra la izquierda alemana.
En este momento el llamado de las fuerzas mas oscuras de Colombia a rodear al gobierno contra la guerrilla, resulta ser un conveniente paraguas para la persecución de la oposición al gobierno y a los líderes comunitarios que son vistos como enemigos cuando denuncian arbitrariedades, corrupción o falta de atención del Estado.  Lo que viene de acuerdo con la experiencia alemana, pero también la colombiana, que bajo el gobierno de Turbay vivió una época de represión, arbitrariedad y violencia contra las organizaciones populares, es un periodo oscuro en que las detenciones, las desapariciones y hasta ejecuciones extrajudiciales estarán a la orden del día.
Lo mas probable es que más adelante, como sucedió en Alemania, que se reconoció a los propios miembros del partido nazi como los autores del incendio de Reichstag, se descubra a los agentes de los grupos de derecha o a los propios organismos del Estado como autores intelectuales de la matanza de jóvenes e la Escuela General Santander.  La historia se repite y los colombianos que saben tanta historia como el presidente, no aprenden.
Tal como el pueblo alemán rodeo a Hitler contra los enemigos de la nación, hoy Uribe, Duque y las fuerzas que se duelen de una paz que apenas se estaba aclimatando, piden ser rodeados y respaldados para iniciar una nueva cruzada de horror contra todas las manifestaciones de oposición al gobierno e inclusive en contra de las pequeñas formas de protesta local, las organizaciones de base y los líderes comunales.  Antes que rodear al gobierno, conviene rodear a los que serán en el futuro las víctimas, que serán acusadas de terroristas, guerrilleros y apátridas.
La unidad no debe darse por razones emotivas, sino en la medida en que los objetivos que se persiguen sean los que interpretan el sentir de las mayorías.  La unidad conseguida a la fuerza, de manera oportunista y artera, no lleva sino a darle fuerza a las oscuras necesidades de respaldo de un gobierno, que no ha mostrado hasta el momento capacidad para dirigir al país por senderos de progreso justicia y paz.  La unidad debe darse en torno a planes que beneficien a las comunidades, que protejan a nuestros líderes, que mejoren la calidad de los servicios sociales (en especial salud y educación) y conduzcan a eficiencia y responsabilidad en la inversión pública. Convirtamos esta ocasión en una oportunidad de rodear a quienes de verdad nos representan: nuestros líderes sociales.

lunes, 29 de octubre de 2018

La Noche de los cristales y la sinagoga de Pittsburgh




Por Héctor A. Otero

El próximo 9 de noviembre se cumplen ochenta años de la arbitraria acción violenta de las SA de Hitler contra la comunidad judía, asonada que pretendió ser espontanea, pero que buscaba, en realidad, mostrar a un sector de la población como el causante de todos los males de la sociedad alemana.  La propaganda nazi, con el fin de fortalecerse políticamente recurrió al mecanismo de identificar a un grupo social con los problemas generales del país, para unificar a la nación y poder a través del engaño y la manipulación llevar a las masas a aceptar los vejaciones, maltratos y posterior aniquilación de sus enemigos políticos.

El mundo ignoró estas señales de lo que significaba esa violencia arbitraria y sectaria, así como las acciones de discriminación y estigmatización, lo que permitió a las huestes nazis escalar en su actividad hasta convertirla en algo corriente y cotidiano en la sociedad alemana de la época.  La aceptación de esa actividad llevó, con el tiempo a una de las peores experiencias de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial, que afectó a millones de familias, con la pérdida de seres queridos en un enfrentamiento irracional y salvaje.

La acción de un terrorista en Pittsburgh contra una sinagoga, en los pasados días, pretende presentarse como un acto aislado, llevado a cabo por un demente, despreciable, fanático y excepcional actor individual, que no debe entenderse como una tendencia o ejemplo para otros individuos de la misma orientación política.  La verdad es que, revisando la experiencia norteamericana de atentados y masacres colectivas, este evento no puede ser minimizado ni sus consecuencias subestimadas.  La fanfarria que promulga como causantes de todos los males a los inmigrantes y la histérica consigna de “Hacer a América Grande de Nuevo”, son marcos mas que propicios para nuevos actos de violencia como el de Pittsburgh.

Para muchos esta consideración puede ser una exageración (son solo 11 muertos, en Alemania fueron según estimaciones 91), pero es preferible estar prevenido, que después ver a los violentos apoderarse de las calles y tratar a los contrarios de manera agresiva.  La aceptación de las cosas que se van volviendo corrientes, terminan por imponerse, y la costumbre va legitimando actos que en un momento pudieron ser considerados despreciables.  La gente termina por acostumbrarse a ver ciertas noticias acerca del aumento en la violencia, discriminación o arbitrariedad.

La mayoría de los movimientos de extrema derecha buscan enemigos fáciles de identificar, a los que se pueda culpar de los males que la sociedad padece.  Los judíos fueron en la Alemania nazi, los europeos para la Inglaterra de Theresa May, los inmigrantes para los EEUU de Trump y seguramente los negros en el Brasil de Bolsonaro.

Colombia no está aislada y las tendencias mundiales también se van apuntalando en nuestro país: la insistencia de Duque en convertir a Maduro en un enemigo de su gobierno, y a quienes no se someten a los designios de su política en justificadas víctimas de la “mano dura”, va conformando un sustrato para justificar agresiones y arbitrariedades.  Las desatendidas exigencias de los líderes sociales para que se respeten sus actividades y sus vidas, dan cuenta de que hasta el momento para el nuevo gobierno en la Casa de Nariño, no le preocupa lo que sucede en la periferia del país.  Por el contrario, se busca enfrentar a indígenas contra sus similares, aislar a las organizaciones sociales, desconocer los líderes y las asociaciones de campesinos, violar los acuerdos de erradicación y sustitución de cultivos, para optar por soluciones que radicalicen y propicien los enfrentamientos entre autoridades y la comunidad.  Esto si que es jugar con fuego.  Este escenario recuerda los movimientos de campesinos en el sur del Meta y el Guaviare en el año 1997, en los que las comunidades abandonadas del Estado recurrieron al cultivo de la coca, como una opción viable de sobrevivencia en medio del abandono.  Las manifestaciones en contra de la fumigación se generalizaron y la única forma de detenerlas fue con una masacre: Mapiripán.

Confiemos en que ni en Norte América ni en Colombia se desconozcan las experiencias terribles del pasado reciente.  Es imprescindible y obligatoria la vigilancia sobre estos hechos, que pueden llevar al país a repetir una experiencia desastrosa.

lunes, 31 de octubre de 2016

Víctimas para arriba y para abajo


Por Héctor Alfonso Otero Moreno
La demagogia alrededor de las víctimas del conflicto, va de manera gradual saturando a la población y dejando atrás un mal sabor, que saca a relucir la falta de interés de los políticos de todas las orientaciones y los funcionarios del gobierno por reconstruir y darle una nueva cara al país.  Los gestos de contrición verdadera y de perdón efectivo, salen a relucir a cada paso y la intransigencia sigue siendo la moneda de cambio de las discusiones acerca del Acuerdo de Paz.
¿Por qué no decir la verdad acerca de las posibilidades de reconstitución del tejido social?  La tarea es descomunal y en ningún caso depende solo de desarrollar el campo o de abrirle posibilidades de participación a nuevos sectores políticos (que lo más probable es que terminen actuando exactamente como los actuales “padres de la patria”).  Es un cambio sustancial en la forma de trabajar la cotidianeidad en un mundo globalizado.  Se dice fácil, pero la verdad es muy complejo.  ¿Cuál será el papel de las comunidades locales, de las organizaciones populares y de los grupos de productores dispersos?  De acuerdo con los acuerdos las organizaciones comunitarias y la economía solidaria deben privilegiarse, el Consejero para el posconflicto ha afirmado que las juntas comunales jugarán un papel primordial en la reconstrucción de las economías locales.  Sin embargo, después de un prolongado conflicto que sembró desconfianza en todas las organizaciones comunitarias  que no estuvieran dominadas por los combatientes, y convirtió en agentes de guerra a las que se identificaron con ellos, la situación de las organizaciones populares es muy precaria en el país.
¿Seguiremos con una política de víctimas que promueve más la mendicidad que la autogestión? La opción para quienes han pasado por el sufrimiento de la pérdida de sus seres queridos, de tener que recoger sus pocos trastos para salir corriendo, de rescatar a sus mujeres del abuso de sus captores, de buscar a sus hijos involucrados en una guerra que no eran capaces de entender, es recibir un cheque, un albergue o una capacitación superficial y a todas luces inapropiada.  Estos mecanismos siguen generando dependencia económica y emocional, generan división al interior de las comunidades, premian al gestor local y no alivian a las verdaderas víctimas, que siguen buscando su lugar en un país que les ha dado la espalda.
¿Retorno y restitución de tierras? Qué garantías puede tener una víctima, acerca de que los victimarios, que nunca fueron derrotados (ni unos, ni otros) y ahora andan libres y son poderosos señores, no seguirán discriminándolos, señalándolos y atormentándolos de mil maneras. ¿Ya ha cambiado tanto el país como para haberlo olvidado todo?  No siempre las víctimas buscan la verdad, la recordación de hechos atroces y vergonzosos, no es para nada algo que se quiera rememorar y mucho menos frente a desconocidos.  La experiencia dolorosa y realizada con la sevicia de unos combatientes sin misericordia y que conscientemente hieren donde más duele, no se quiere revivir, repetirla, así sea oralmente, con frecuencia es revictimizar a quienes ya han sufrido más allá de lo imaginable.

La única gestión viable, en el manejo de víctimas,. es un programa nacional que se base en reconstruir la dignidad y recuperar la seguridad de los entornos en que viven las personas desplazadas, aquellas que desean regresar o las que quieren reubicarse.  Debemos reconocer en primer lugar la heterogeneidad de quienes han sido afectados por el conflicto, identificar sus falencias y sus capacidades,  explorar sus preferencias en materia de ubicación física y propósitos vitales, establecer sus necesidades capitales y encontrar los obstáculos para poder superar la falta de pertenencia en cada caso.  Solo con una atención que tenga en consideración estas variables permitirá realmente reconstituir el tejido social desde la base y darle vida a las localidades más azotadas por la violencia 

martes, 25 de octubre de 2016

Los enjambres y la incertidumbre política.


Por Hector Alfonso Otero Moreno
El comportamiento de la opinión pública colombiana, en un momento tan importante para la sociedad, como éste, en el que se debe decidir acerca de la senda y los métodos que se deberán aplicar a la resolución de conflictos en el futuro, recuerda el comportamiento de los enjambres sociales, que describe Zygmunt Bauman en su libro “Mundo Consumo”.  En efecto, los rumbos, los giros, las figuras y las tendencias que toman los individuos en la sociedad colombiana están menos marcados por conceptos e ideas claras acerca del futuro del país, que por “temas relevantes diferentes y siempre cambiantes, y atraídos por objetivos o blancos variables y en movimiento”.
Tan pronto surgen fuerzas vitales que exigen “la paz ya!”, como aparecen exigencias de “no a la impunidad”, ya se manifiesta la población  contra las FARC, o salen a la calle muchedumbres para que cese la guerra, se busca deslegitimar a ciertos negociadores y al final se pretende ser parte del equipo en La Habana,  se exige transparencia, pero se negocia a puerta cerrada y en secreto.  Dice Bauman: “la seductora fuerza de atracción que ejercen los objetivos cambiantes es, como regla, suficiente para coordinar los movimientos del enjambre”.  Lo cierto, es que esta incertidumbre y la incapacidad de predecir los comportamientos de la opinión colombiana, ni siquiera en el corto plazo, son materia que debería suscitar la reflexión de quienes guían la opinión pública
Los nuevos y viejos medios de comunicación deberían cuestionarse acerca de su poder y su efectividad.  Las redes sociales han demostrado ser poderosos medios para movilizar gente, no solo en nuestro país, sino también en lejanos territorios.  La “Primavera árabe” fue una experiencia inolvidable, que generó ilusiones y promesas, pero que al final se convirtió en un espejismo que no logró llevar a los países que se embarcaron en ella a buen puerto.  Las aventuras de “Ocuppy Wall Street”, “Democracia real, y otras acciones de jóvenes intelectuales y activistas reformadores, quedaron en registros históricos y referentes de movilización, pero sus resultados efectivos, fueron menos que notables.
La diferencia es que Colombia no se puede dar el lujo de fracasar en su empeño de construir un camino de paz y reconciliación, Estos grupos de soñadores fracasaron y el resultado fue que todo siguió igual o peor. En este país necesitamos cambiar la forma como se ha hecho política y se ha gobernado, así solo sea para que no allá más muertes, no para que sea un Estado justo, porque sabemos que de eso aún estamos muy distantes.  Pero, necesitamos entender el comportamiento de los enjambres.  Bauman señala que “En el caso de los seres humanos (unidades que sienten y piensan), el confort de enjambrar radica en la seguridad que les proporciona el número; la creencia de que la dirección de la acción debe de haber sido adecuadamente elegida cuando un número tan impresionantemente elevado de personas la están siguiendo”.
Por ello es importante que en este momento no se bajen las banderas, ni se acepten los alegatos, vengan de donde vinieren, acerca de “perfeccionar” los acuerdos.  Sabemos que son imperfectos y sabemos que tienen vacíos, pero lo importante es que se entienda el espíritu del documento.  No importa, si no se dice que le pasa a un guerrillero que va camino a un área de concentración, el espíritu es claro: hay que facilitarle la entrega de las armas.  Todo lo que conduzca a la paz, debe ser rodeado de condiciones para que aporte al proceso, así no este claramente especificado en los acuerdos.  Todos entendemos el espíritu: vamos a respetar a todos y cada uno de los colombianos y de los residentes y visitante de este país, partimos de la buena fe (que en ciertas ocasiones los enemigos de la paz invocan para sus intereses).  Dejemos atrás las leguleyadas, vengan de donde vengan, del Fuscal, del exprocurador, del expreidente o del excandidato.  La vida de los millones de colombianos que de manera directa o indirecta sufrimos la guerra es más importante que los cargos que ellos ostentan u ostentaron.
Hagamos que los enjambres aterricen.

(Los resaltados son citas del libro de Bauman “Mundo Consumo”)