lunes, 9 de abril de 2012

Gaitán actual



Por Héctor Alfonso Otero M.
En 1998 se cumplían cincuenta años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y se me ocurrió ingenuamente, que era una fecha importante para que el partido, en el cuál militó el inmolado líder, realizara un homenaje, a quién se constituyó en el político más querido y admirado en la política del siglo XX.  Presidía el Partido Liberal Colombiano Juan Manuel Santos Calderón y pensé que una propuesta de conmemoración en grande sería una ocasión para que el partido de oposición, en ese momento, recordara una de las gestas populares más trascendentales de nuestra historia: el levantamiento popular conocido como “El Bogotazo”.  La propuesta que le envié al hoy presidente de la nación, nunca tuvo respuesta.  La celebración de los cincuenta años del  9 de abril, fue una sobria ceremonia organizada por unos pocos gaitanistas, la mayor parte de ellos personas mayores, que de alguna manera habían sido testigos de los hechos violentos, que se desarrollaron en el centro de la ciudad de Bogotá.  Muy pocos jóvenes y ausencia total de los líderes políticos del momento: Gaitán parecía olvidado.
Hoy se cumplen 64 años de la muerte del líder más carismático que ha tenido Colombia, y pocos recuerdan la gestión de Gaitán por la paz y una convivencia civilizada entre los partidos políticos.  Muy pocos recuerdan la marcha del silencio que convocó este líder en Bogotá, que se convirtió en una imponente demostración de rechazó a la arbitrariedad y la violencia, que habían propiciado el partido conservador y el gobierno.  El líder liberal denunció también la violencia con que se reprimió a los trabajadores en la Zona Bananera y fue el precursor en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos, al convertirse en defensor de los trabajadores rurales.  Pero no solo defendió a los trabajadores bananeros, también lo hizo con los campesinos asalariados del café y creó la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria-UNIR-, para promover la parcelación de tierras, la legalización de títulos y la limitación de la propiedad agraria.  Esas banderas que levantó en la primera mitad del siglo XX el “negro” Gaitán, siguen siendo discutidas hoy en día, y cuestionadas por los dirigentes de los gremios agrarios, mientras siguen cayendo quienes reclaman la propiedad de tierras arrebatadas a los campesinos y agricultores, en todas las regiones colombianas.
La violencia que denunció Gaitán sigue viva y además se ha sofisticado y ampliado, en buena parte como resultado de una espiral, en la que los grupos irregulares, alimentados por dineros de la droga, han multiplicado la capacidad de golpear a la sociedad y a individuos particulares.  Los defensores de la resolución dialogada del conflicto armado siguen siendo señalados y perseguidos no solo por el ejecutivo, sino también por entidades como la Procuraduría y algunos dirigentes políticos: es la continuidad de una política contra toda voz que busque el acercamiento entre las partes de una manera clara y consecuente, que pueda redundar no solo en la eliminación de la guerra, sino que permita construir escenarios de participación de las comunidades, para que el desarrollo no solo sirva para que aumente el producto interno bruto o la riqueza global del país, sino para que se reduzca la desigualdad y surjan oportunidades para todos, en términos de trabajo, educación, salud y seguridad social.
Erradicar la violencia en Colombia no debe verse como una meta inalcanzable, sino como  un objetivo  que las mayorías siempre han buscado, pero que ha sido silenciada y despreciada por los dueños de la política en el país, los militares que se benefician del estado de guerra, los empresarios que solo buscan maximizar utilidades, acabando con el empleo, y los dueños de la tierra, que en su mayoría  se han apropiado ilegalmente de las tierras de campesinos pobres y pequeños propietarios.
Gaitán debiera ser un permanente referente de la defensa de los derechos de los sectores populares. Hacer que se  olviden sus enseñanzas y se abandone su lucha ha sido una tarea en la que los mandatarios colombianos, sin excepción, se han empeñado.  Sin embargo son los jóvenes de hoy, los que deben rescatar esa herencia valiosa de un mártir de las luchas populares, que como Martí en Cuba, Mariátegui en el Perú y Allende en Chile, son ejemplos de una avanzada en la reflexión de nuestros problemas a través del estudio de nuestra realidad.
Este 9 de abril convirtámoslo en el primer paso hacia la recuperación del gaitanismo auténtico.
Por la Restauración Moral de la República: A la Carga!!!

1 comentario:

Yilson Beltrán dijo...

Usted lo ha dicho profeor Otero... a la carga!!!

Me alegra profe que retome su blog, pues esta es una forma de ir a la carga...