Por Héctor Alfonso Otero M.
En 1998 se cumplían cincuenta años del asesinato de Jorge
Eliécer Gaitán, y se me ocurrió ingenuamente, que era una fecha importante para
que el partido, en el cuál militó el inmolado líder, realizara un homenaje, a
quién se constituyó en el político más querido y admirado en la política del
siglo XX. Presidía el Partido Liberal
Colombiano Juan Manuel Santos Calderón y pensé que una propuesta de
conmemoración en grande sería una ocasión para que el partido de oposición, en
ese momento, recordara una de las gestas populares más trascendentales de
nuestra historia: el levantamiento popular conocido como “El Bogotazo”. La propuesta que le envié al hoy presidente
de la nación, nunca tuvo respuesta. La
celebración de los cincuenta años del 9
de abril, fue una sobria ceremonia organizada por unos pocos gaitanistas, la
mayor parte de ellos personas mayores, que de alguna manera habían sido
testigos de los hechos violentos, que se desarrollaron en el centro de la
ciudad de Bogotá. Muy pocos jóvenes y
ausencia total de los líderes políticos del momento: Gaitán parecía olvidado.
Hoy se cumplen 64 años de la muerte del líder más
carismático que ha tenido Colombia, y pocos recuerdan la gestión de Gaitán por
la paz y una convivencia civilizada entre los partidos políticos. Muy pocos recuerdan la marcha del silencio
que convocó este líder en Bogotá, que se convirtió en una imponente
demostración de rechazó a la arbitrariedad y la violencia, que habían
propiciado el partido conservador y el gobierno. El líder liberal denunció también la
violencia con que se reprimió a los trabajadores en la Zona Bananera y fue el
precursor en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos, al convertirse
en defensor de los trabajadores rurales.
Pero no solo defendió a los trabajadores bananeros, también lo hizo con
los campesinos asalariados del café y creó la Unión Nacional Izquierdista
Revolucionaria-UNIR-, para promover la parcelación de tierras, la legalización
de títulos y la limitación de la propiedad agraria. Esas banderas que levantó en la primera mitad
del siglo XX el “negro” Gaitán, siguen siendo discutidas hoy en día, y
cuestionadas por los dirigentes de los gremios agrarios, mientras siguen
cayendo quienes reclaman la propiedad de tierras arrebatadas a los campesinos y
agricultores, en todas las regiones colombianas.
La violencia que denunció Gaitán sigue viva y además se ha
sofisticado y ampliado, en buena parte como resultado de una espiral, en la que
los grupos irregulares, alimentados por dineros de la droga, han multiplicado
la capacidad de golpear a la sociedad y a individuos particulares. Los defensores de la resolución dialogada del
conflicto armado siguen siendo señalados y perseguidos no solo por el
ejecutivo, sino también por entidades como la Procuraduría y algunos dirigentes
políticos: es la continuidad de una política contra toda voz que busque el
acercamiento entre las partes de una manera clara y consecuente, que pueda
redundar no solo en la eliminación de la guerra, sino que permita construir
escenarios de participación de las comunidades, para que el desarrollo no solo
sirva para que aumente el producto interno bruto o la riqueza global del país,
sino para que se reduzca la desigualdad y surjan oportunidades para todos, en
términos de trabajo, educación, salud y seguridad social.
Erradicar la violencia en Colombia no debe verse como una
meta inalcanzable, sino como un
objetivo que las mayorías siempre han
buscado, pero que ha sido silenciada y despreciada por los dueños de la
política en el país, los militares que se benefician del estado de guerra, los
empresarios que solo buscan maximizar utilidades, acabando con el empleo, y los
dueños de la tierra, que en su mayoría se
han apropiado ilegalmente de las tierras de campesinos pobres y pequeños
propietarios.
Gaitán debiera ser un permanente referente de la defensa de
los derechos de los sectores populares. Hacer que se olviden sus enseñanzas y se abandone su lucha
ha sido una tarea en la que los mandatarios colombianos, sin excepción, se han
empeñado. Sin embargo son los jóvenes de
hoy, los que deben rescatar esa herencia valiosa de un mártir de las luchas
populares, que como Martí en Cuba, Mariátegui en el Perú y Allende en Chile,
son ejemplos de una avanzada en la reflexión de nuestros problemas a través del
estudio de nuestra realidad.
Este 9 de abril convirtámoslo en el primer paso hacia la
recuperación del gaitanismo auténtico.
Por la Restauración Moral de la República: A la Carga!!!
1 comentario:
Usted lo ha dicho profeor Otero... a la carga!!!
Me alegra profe que retome su blog, pues esta es una forma de ir a la carga...
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