jueves, 7 de febrero de 2008

La sobrepesca, otra forma de violencia moderna

Por Alfonso Otero

Los pescadores de la costa noroccidental de África, en los últimos años, han visto disminuir las capturas de los principales productos marinos, que constituían su principal fuente de ingresos y la base de la nutrición de estas poblaciones costeras. En Mauritania, la pesca de langosta se ha acabado por completo, mientras las capturas de pulpo y camarón han venido decayendo, no solo en ese país, sino también en Guinea-Bissau, Senegal, Costa de Marfil, Sierra Leona, Liberia y otros países insulares y costeros. Las flotas que pescan en las aguas continentales de estos países, provienen en lo fundamental de la Unión Europea, pero también acceden a esos recursos de manera regular flotas de China, Rusia y otros países asiáticos, que cuentan con poderosas embarcaciones, tecnologías modernas, información satelital y acuerdos de explotación con los países propietarios del recurso.

Mientras tanto, las flotas pesqueras de los países africanos y el empleo en la industria han venido decayendo. La culpa, señalan los europeos, es de los propios países que aceptan acuerdos de explotación pesquera, que les proporcionan a los países costeros recursos para cubrir su déficit fiscal, y en no pocas ocasiones para alimentar las burocracias corruptas de África Occidental. Los gobiernos, sin realizar estudios previos, que informen acerca del potencial pesquero, otorgan licencias y cobran tasas a los explotadores del recurso, con la grave consecuencia que los inventarios de pesca van decayendo y la sobrepesca termina por agotar el alimento y la fuente de ingresos de los pescadores artesanales locales.

Las opciones para estos habitantes de la costa africana son pocas, frente a las poderosas flotas extranjeras que arrasan con los bancos de peces de sus costas y las escasas fuentes de empleo alternativo en sus propios países, deben mirar hacia otras regiones para poder emigrar y sobrevivir. La opción para estos marineros ha venido siendo utilizar esas pequeñas embarcaciones artesanales, para alcanzar las Islas Canarias, un territorio próximo a estas costas, que por ser parte de España, es una conveniente alternativa para saltar al continente europeo. Sin embargo, tan solo el año pasado, 6.000 de los estimados 31.000 inmigrantes ilegales que lo intentaron murieron en la travesía. Naciones Unidas estima que alrededor de 900 botes artesanales o piraguas arribaron durante 2007 a las islas de propiedad de España, trayendo africanos pobres que buscaban opciones de trabajo y supervivencia en los países desarrollados.

Los europeos, que ya agotaron sus propios recursos pesqueros costeros, y hoy tratan de ponerle orden a sus pesquerías, continúan la sobrexplotación de los recursos marinos más allá de sus fronteras. Europa es hoy el principal mercado de productos pesqueros del mundo, transando hasta por 14 billones de euros (20.6 billones de dólares) productos, que en buena parte entran de contrabando a la Unión Europea-UE-. El 50% de los productos pesqueros que se comercian en la UE tiene origen en países del Tercer Mundo, pero son capturados por embarcaciones extranjeras, que en su mayor parte utilizan las banderas de conveniencia, o sea banderas de países que no reconocen tratados internacionales, ni aplican normas rigurosas de responsabilidad ambiental y administración de recursos. En ocasiones son grandes embarcaciones que en alta mar trasladan de los barcos pesqueros a buques refrigerados la captura, para que sea procesada y desembarcada en diferentes puertos de Europa. Este tipo de operación hace difíciles los controles que algunos países pretenden imponer para poder administrar el recurso pesquero.

Este es otro ejemplo de la violencia real, económica y política que la modernidad impone a los pobres, que no son capaces de ponerse a tono con la globalización. Las nuevas opciones tecnológicas les arrebatan a los pescadores las opciones de vida, bajo el argumento de que los especialistas son capaces de aprovechar de forma más eficientes los recursos naturales, y al optar por un refugio bajo otros cielos, los inmigrantes son perseguidos y hostigados. Los modernos explotadores del recurso tampoco parecen ser eficiente en el largo plazo, pues la intensa explotación del recurso lo agota, y al final de cuentas se coloca en riesgo también el propio abastecimiento de los consumidores en los países de altos ingresos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola:
Llevábamos rato esperando nueva información, pero de algo valio la espera.
Felicitaciones por las ventas del libro!